Los meseros de bares y restaurantes se quedaron solos. A mitad del período de restricciones anunciado por el presidente Alejandro Giammattei, el pasado 9 de julio, los trabajadores se han quedado sin dinero y sin recursos para movilizarse y hacer que sus voces se escuchen. Las medidas anunciadas hace semana y media, han golpeado severamente las economías de los meseros y sus familias.
Oneida Juárez, quien trabaja en un bar de la zona 11, perdió su turno de mesera y ahora trabaja como extra los pocos días que le llaman para atender. “Tenía un turno diario, pero con las nuevas medidas, me quede sin ingreso fijo”, sostiene.
Sus tres hijos, de 4, 6 y 9 años, dependen del ingreso de Juárez para cubrir sus necesidades básicas. Con un padre ausente, es su responsabilidad pagar los gastos de la casa. Los Q50 que llegan por un turno de trabajo, con propinas que no suman ni los Q25 y una economía que se vive del día a día, la han obligado a escoger entre pagar servicios, renta o transporte para poder cubrir los tres tiempos de comida de su familia.
“Mire la cosa comenzaba a levantarse, pero con estas nuevas medias, nos fuimos al hoyo”, Oneida Juárez.
Y no es para menos, los ingresos para quienes viven de las propinas y un salario base, cada día se hacen más cortos. A decir de Edgar Cruz, otro trabajador de la industria de alimentos y bebidas, en la última semana se vendió lo que normalmente se vende en un viernes con horario de cierre de 9 de la noche. “En toda la semana pasada se vendieron Q20 mil, eso era la venta de un día viernes y así no salen los números para el pago”, asegura.
El miércoles de la semana pasada, y ante la crisis que afecta a los meseros, un grupo decidió organizar una manifestación para pedir que no les viole el derecho a trabajar. “Ese día llegaron unos 50 compañeros meseros, pero eso no es nada comparado con la cantidad de gente que está afectada por las medidas de Giammattei”, sostiene.
Para el pasado viernes Cruz y sus compañeros había programado otra protesta en contra de las medidas, pero a esa convocatoria solo 5 llegaron. A un costado del Ministerio de Gobernación, los asistentes esperaron durante más de dos horas, pero nadie más llegó para manifestar. “Mire es comprensible que no puedan venir, pues sin trabajo y con necesidad, pagar transporte para ir a manifestar es ya algo más que un lujo”, afirma Cruz.
Tal ese el caso de Alfredo Solís, un bar tender que trabaja desde hace 8 años en un bar de la zona10. Solís, quien vive en San Juan Sacatepéquez y paga Q30 por trasladarse a la ciudad, asegura que no tiene los fondos para movilizarse y asistir a todas las protestas. Y aunque le gustaría hacerle saber al presidente su descontento por “las medidas”, no podrá asistir a otra manifestación, pues sus prioridades son otras.
“Como están las cosas usted, la verdad es que mejor guardar el poco dinero que tengo para darle de comer a mi familia”, Alfredo Solís.
Al día siguiente, el sábado 17 de julio, los meseros trataron de convocar a otra protesta. Esta vez solo dos personas acudieron, asegura Cruz. “Nos están matando hasta las ganas de protestar con hambre, y eso no es justo”, sostiene el trabajador.
Para Mirna Díaz, una mesera que ha perdido su empleo en esta última ola de restricciones, la cosa se ve muy mal. Díaz quien asistió a las tres convocatorias, asegura que los han dejado solos y por eso casi nadie llega a manifestar. Otras organizaciones no nos han querido apoyar con nada, pero ya nosotros ya no podemos seguir apoyando a otros compañeros para que puedan manifestar.
“No tenemos dinero ni para salir a pelear por nuestro derecho al trabajo, es una inconsciencia la que están haciendo con los meseros”, Mirna Díaz.
Para el próximo sábado, y con vistas a qué el presidente no amplíe el periodo de restricciones, los meseros organizan una nueva manifestación. Pero sin apoyo y con centavos en los bolsillos, puede ser que el presidente no se quede con las ganas de evitar ver el rostro del hambre y miseria que su mal manejo de la pandemia ha dejado.