Sin duda, la crisis del coronavirus ha dejado a los guatemaltecos enfermedades familiares, muertes, crisis económica y un sinfín de situaciones. Los más afectados han sido las personas de escasos recursos, quienes se han visto en la necesidad de vender sus pertenencias para poder conseguir un plato de comida en la mesa.
Una de esas familias ha sido la de Marta Pérez quien ha sacrificado varias cosas de su familia. Ella y su esposo no tienen estudios, ninguno de los dos sabe leer. Él trabaja como albañil y ella limpia casas.
Ambos tienen 7 hijos que van desde los 14 hasta el año.
Al inicio de la pandemia, Marta estaba muy preocupada porque sabía que pronto no tendría trabajo pues algunos de sus jefes ya le habían anunciado que si llegaba el COVID-19 a Guatemala, ya no iban a permitir que nadie entrara o saliera de su casa.
Pérez estaba muy preocupada y cuando se dio el primer toque de queda, sus jefes le hicieron una oferta, que le iban a pagar completo todo, con la condición que ella se quedara en su casa durante todo el tiempo que durara el confinamiento. Propuesta que no aceptó porque debía cuidar a sus hijos.
Marta y su esposo se empezaron a quedar sin trabajo y ella decidió vender todo lo que pudiera para pagar el cuarto en donde vivían, pero se quedaron sin dinero. En septiembre les pidieron la habitación, porque ya debían tres meses de renta.
Pérez no sabía qué hacer, ya que, aunque contaba con pocos objetos debía conservarlos, por ello, le pidió favor a un amigo de la iglesia que les guardaran sus dos camas y una estufa de mesa, porque no podían sacarlas a la calle.
Desde ese día, Marta, su esposo y sus 7 hijos han tenido que dormir en la calle, el mayor les ha ayudado yendo a lustrar zapatos, pero no ha sido suficiente para poder conseguir otro lugar. Incluso, a veces pasan dos días sin comer, pero aparece alguien que amablemente les ofrece algo.
Marta sabía que en noviembre ya iban a poder dormir en un lugar, porque recordaba que habilitaban los albergues para el frío, esa era su esperanza.
Los albergues sí fueron habilitados, pero ahora por el distanciamiento social, no iban a estar funcionando al 100 por ciento, sino únicamente al 50 por ciento de su capacidad.
Eso les ocasionaba problemas, porque únicamente dejarían ingresar a 15 personas y solo ellos eran 9.
Marta habló con uno de los encargados y le pidió favor que les guardara el espacio, pero la respuesta no fue alentadora, porque le indicaron que a quienes llegaran primero le darían el lugar.
Las primeras noches de frío tuvieron donde dormir, pero luego hubo un par de días que se quedaron sin lugar.
Ahora, Marta corre todas las tardes para poder llegar al albergue con sus hijos y dormir allí. Ya logró juntar parte de dinero para regresar a donde vivía antes, por lo que espera completarlo para febrero.
Mientras tanto, las autoridades durante el fin de semana del 11 al 13 de diciembre han atendido a 144 personas en 8 albergues habilitados en los departamentos de Guatemala, Quiché, Sololá, Totonicapán y Quetzaltenango. Guatemala es el departamento con mayor registro de albergados durante la temporada fría.
El viernes 11 de diciembre se atendieron a 37 personas en los 8 centros del país, para la noche del 12 de diciembre fue un total de 54 personas, se convirtió en el día con mayor afluencia durante el fin de semana y 53 personas para la noche del domingo 13 de diciembre.
Desde la habilitación del protocolo por el frío, hasta la mañana del 14 de diciembre se atendió un total de 742 personas en el país, esto en los departamentos de Guatemala, Quiché y Totonicapán. Actualmente, se cuentan con 8 albergues habilitados y 6 más a disposición para utilizarse.