El eclipse lunar total durará alrededor de cuatro horas, podrá verse en casi toda Europa, África, Oriente Medio, parte de Asia Central y en América del Sur. La Tierra oscurecerá la Luna por completo al interponerse entre ella y el Sol y dejará el satélite con ese tono rojizo.
En todo el siglo XXI no habrá otro con una duración mayor, según la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) de Estados Unidos. “Durante un eclipse lunar, la Tierra se interpone en el camino de la luz solar que alcanza a la Luna. Eso significa que durante la noche, la Luna llena se desvanece a medida que la sombra de la Tierra la cubre”, explica la NASA.
Además, durante el eclipse del 27 de julio, la Luna estará en el punto de su órbita en el que se encuentra más distante de la Tierra. En América Latina solo se podrá apreciar de forma parcial en el este de Sudamérica, como en las ciudades de Buenos Aires, Montevideo, Sao Paulo y Río de Janeiro.
La profecía
El pastor John Hagee dice que los Eclipses Lunas de Sangre son señales proféticas que marcan el inicio de juicios y bendiciones de Dios. Los rabinos afirman que revelan tiempos proféticos, demuestran cambios drásticos que nos acercan a la era mesiánica.
Los anteriores eclipses de sangre se han desarrollado en la víspera de grandes fiestas bíblicas, como Tabernáculos y Pascua. Se cree que un 27 de julio 587 a. C. ocurrió la destrucción de Jerusalén y entre el 26 y 28 julio ocurrieron grandes conflictos bélicos relacionados con la Primera y Segunda Guerra Mundial. Algunos comentarios en las redes sociales sugieren que viene una guerra, una grande y terrible.