Los extorsionistas no pierden oportunidad para sacar provecho de la situación, trabajan de una manera tan organizada y estructurada que nos asombran cada vez que hacen de las suyas.
No solo son los bonos que empezaron a cobrar hace algunos años: de fin de año, aguinaldo, etc., sino también su involucramiento con empresas telefónicas, o vendedores de servicios básicos. Pero, el detalle que hacía falta y que quizás nunca nos imaginábamos, era que las iglesias fueran víctimas de los hacedores del mal.
Parece haberse desatado la guerra entre Dios y el diablo, “ahora ir a misa es todo un peligro”, dice Lubia, feligresa de la Parroquia Santa Rosa, quien fue víctima de extorsión hace un par de meses. Pareciera ser un pasaje del apocalipsis, pero no, es la vida real.
Semana Santa es símbolo de fe para muchos, de penitencia y ayuno. Para “los hermanos” extorsionistas es tiempo de dinero y sacar provecho. Para su propósito qué mejor que las procesiones, que con sus imágenes antiguas y flamantes joyas y decoración deslumbran a todos a su paso.
La iglesia de Palín ha sido amenazada en varias ocasiones por extorsionistas, especialmente las dos hermandades que allí residen. A pesar de que hace algunos años levantaron una denuncia y las intimidaciones se detuvieron ahora regresan con mayores exigencias.
“En las últimas semanas hemos recibido mensajes de texto a nuestros celulares con palabras soeces, exigiendo elevadas sumas de dinero, las cuales no tenemos, por eso decidimos denunciarlo”, dijo Benjamín Bueno, párroco de Escuintla.
Lo que les atrae son las recaudaciones que se realizan en estas fechas, pero que son invertidas en la decoración del templo y de las andas, más otros gastos extras que surgen.
“En diciembre se hace una misa donde se da una rendición de cuentas, gastos, ingresos y egresos, creemos que esta gente malintencionada llega a escuchar y son los que después extorsionan”, expresó Bueno.
Ante esta situación, ha decidido suspender algunas procesiones de Semana Santa, especialmente aquellas donde participan niños y las que hacían su recorrido por la noche. Este año, no habrá por el temor a que los extorsionistas se “desquiten” y dañen a los fieles, como dice el dicho: “mejor prevenir que lamentar”.
“Es el colmo, ahora hasta para que salga la procesión en paz hay que dar la cuota”, expresa Luis Gómez, al enterarse de la noticia, “uno cree que un pueblo es más seguro, pero ya da igual”. Su hija vive en Escuintla, pero no quiso dar su opinión.
Según la Policía Nacional Civil (PNC), este año solo han recibido cinco denuncias por extorsión en dicho lugar y ya se encuentran haciendo las investigaciones para localizar a los posibles extorsionistas.
Para los escuintlecos las procesiones serán un recuerdo, mientras ellos rezan a Dios porque nada les pase, los extorsionistas agradecen al diablo por el “boicot” hecho y porque nunca les falte a quien hacer daño.