Mientras Joviel Acevedo con sus sindicalistas manifiesta y los edificios de las escuelas se caen a pedazos, hay más de 1.6 millones de niños sin cobertura educativa en toda Guatemala. Y es precisamente este espacio el que miles de emprendedores de la educación aprovechan para instalar un colegio en cualquier sitio.
El déficit como una oportunidad
Hoy no está claro cuántos centros educativos hay en el país, algunas estimaciones dan cuenta que podrían ser 35 mil. En la ciudad de Guatemala, por estas fechas, los rótulos de “inscripción abierta”, “liceo en computación” y “últimos cupos”, buscan captar a los faltos de cobertura.
Lo que antes fueron señoriales viviendas hoy son reacondicionadas para aprovechar la demanda y redituar con la falta de cobertura estatal. Así cuadra a cuadra, los centros educativos se abren paso en la ya congestionada capital.
Es fácil reconocer estos espacios reacomodados. Pues el cascaron se mantiene igual, es solo las entrañas de las viviendas que son readecuadas. Donde antes señoras y familias se reunían para almorzar o cenar, hoy un muro divide el ambiente para crear dos espacios de enseñanza. Bodegas, lavanderías y hasta antiguos garajes son espacios de enseñanza.
En busca de un lugar
Nancy López y su hija de 12 años son parte de la estadística oficial. Una no tiene donde llevar a su niña para recibir instrucción, y la otra no logra cupo en los lugares que su madre preferiría.
“Soy mamá soltera y trabajo, pero las cuotas son altas y el colegio donde tenía a mi hija cerró”. Aunque en la colonia Bethania, donde viven la dupla familiar, hay escuelas estatales, Nancy prefiere evitarlas.
“Huelgas, violencia o personajes de mal ver rondan el lugar y pues, quiero algo mejor para mi hija”. Hoy madre e hija analizan la posibilidad de empezar el nuevo ciclo en un establecimiento de la zona 7. “No es gran cosa, pero tal vez no hay mareros”.
El “Colegio” se instala en lo que fuera una casa de la colonia. “Espacio para hacer deporte no hay, salidas de emergencia menos y las clases parecían personalizadas, pues solo entraban cuatro escritorios”.
Nancy quedo sorprendida, pues el precio y la supuesta atención personalizada eran la mejor combinación. “Pero no fue así, las tres pequeñas clases son espacios para los niños esperen a ser recogidos por sus papas”.
Las aulas donde se imparten clases a los asistentes están en la parte de atrás, y hay lugar hasta para 20 niños por espacio. Otras están en el techo de la vivienda, al que solo se puede acceder por una escalera de estructura metálica.
La clase de gimnasia se lleva a cabo los días viernes en el pequeño parque de la colonia, donde unos columpios abandonados son la única evidencia de que alguna vez niños jugaron allí.
Sin lineamiento de MINEDUC
El Ministerio de Educación asegura que no existen un lineamiento específico para determinar los montos por cobrar. “El centro educativo propone la cuota y la DIDEDUC autoriza”.
Respecto de la supervisión de las instalaciones, es la unidad de planificación de la dirección departamental de educación, del lugar donde funciona el centro educativo la encargada. “Un ingeniero o arquitecto de la unidad realiza la verificación y en cuanto a los servicios básico es el manual del aula de calidad el que dicta lo necesario para operar”.
La falta de lugares para educarse en la ciudad de Guatemala y el país van en aumento, junto a la población en edad escolar. Mientras Joviel y sus huestes solo esperan una buena tajada del presupuesto nacional, más niños quedaran en la marginalidad y el olvido.