Aunque cada vez hay más conciencia del acoso callejero que sufren muchas mujeres en los espacios públicos, en las calles o incluso en el transporte, solo puedes identificarte si alguna vez te gritaron o dijeron algo que te incomodó o incluso te hizo sentir culpable por tu vestimenta. Este es el caso de Lucía, quien a sus 30 años, y como muchas han sufrido esta molestia y se quedaron calladas.
Lucía caminaba todos los días hacia su trabajo en zona 1 y, aunque eran pocas cuadras lo que recorría del parqueo hacia la puerta de su edificio, siempre la acompañaba el miedo de ser asaltada o acosada, porque en la mayoría de las ocasiones, no pasaba desapercibida.
Siempre recuerda que desde pequeña sentía las miradas de los demás y los consejos de su mamá de cuidarse en la calle. “Uno nunca sabe qué intenciones puedan tener los demás, especialmente los hombres”, decía.
Recuerda ese día y cómo apareció aquel hombre en su bicicleta y que sería su pesadilla en más de una ocasión. Lucía pensaba todos los días cómo vestirse, pues le gusta lucir bien, pero consideraba que al llevar aquel vestido o ese pantalón llamaría más la atención de forma innecesaria, aunque eso no fue impedimento para él, ya que parecía no importarle qué ropa llevara ni que fuera a plena luz del día. Aunque la joven no lo le hablaba ni miraba, eso no le reprimía para opinar de ciertas partes de su cuerpo con frases como: “Qué buena estás” o “se la van a robar”.
Las consecuencias del acoso y la importancia de denunciar
Según el Observatorio de Acoso Callejero, cinco de cada diez mujeres sienten inseguridad al caminar solas por la ciudad durante el día y al menos un 87 por ciento han afirmado que los comentarios de connotación sexual sobre sus cuerpos no son un halago.
El acoso sexual es violencia y afecta en mayor proporción a las mujeres y niñas, “pero sin importar cómo te veas ninguna mujer tendría que pasar por un momento denigrante”, comentó Lucía. Dos y tres veces más ocurrió este incidente y con la misma persona, aún no sabe por qué fue la elegida para pasar por esto o si era la única. “Recuerdo que paró el acoso por parte del ciclista el día que estaba cansada de sentir miedo y frustración que lo confronté, lo cual no se esperaba, después se alejó en su bicicleta y no volví a verlo”, relató.
Así como estos hay muchos casos, ya que un estudio sobre el Acoso Sexual y Otras formas de violencia sexual contra las mujeres y las niñas en los espacios públicos de la Municipalidad de Guatemala y de ONU Mujeres Guatemala, demostró que un 100 por ciento de las mujeres expresaron haber sufrido alguna forma de acoso sexual durante su vida.
“Yo lo confronté, aunque también sé de muchas amigas que han pasado por esto y no han hecho nada por el miedo a la reacción del atacante. A una de ellas, un hombre en el bus le agarró la mano sin su consentimiento y temerosa lo permitió, se bajó y siguió su camino indignada”, indicó Lucía.
En Guatemala, el delito de violencia contra la mujer sigue siendo la actividad criminal más frecuente y con mayor impacto en el entorno social, además el acoso callejero puede tener tanto consecuencias psicológicas como de conducta en las mujeres, tales como: tristeza, miedo, impotencia, baja autoestima, encierro emocional, físico y espiritual. Además de evitar salir sola de casa o de noche, volverse introvertida y tímida y a largo plazo evadir los espacios públicos por temor a ser atacada.
El primer paso es saber que todas las personas tienen el derecho a transitar libremente y con la confianza a no ser violentados, sin importar el contexto, su edad, el día o el vestuario, lo importante es denunciar y evidenciar el problema.
Fuente: Observatorio Contra el Acoso Callejero y ONU Mujeres