Beverly quiso ser diferente desde pequeña, pues siempre le llamaron la atención los colores. Desde niña quería ser dibujante y en los primeros años de estudio su promedio fue muy alto, pues era muy inteligente y aplicada.
Conforme avanzaban los años, ella se dio cuenta de que podía ser una gran arquitecta.
En sus años de adolescente, Beverly se enamoró como cualquier persona. “Tuvo un novio que la amó mucho; a él, lo que más le gustaba de ella era el color de sus ojos, pues decía que en ellos trasmitía amor. Él pensó que ella podía ser el amor de su vida, pero hubo problemas y se separaron”, asegura una amiga de Beverly.
Era una joven con todo el potencial para experimentar una vida feliz, para lograr sus sueños y poder cumplir sus metas.
Pero no lo pudo lograr, ya que su cabeza tenía precio para regresar con sus seres queridos.
“Ella fue una persona muy amigable y bonita. Tenía un ángel que te daba aliento”, amiga de la infancia de Beverly.
En la universidad siempre fue una mujer muy responsable, pues daba todo para llegar a ser una profesional.
“A ella le encantaba dibujar, pues le gustaban muchos los colores; le fascinaba hacer dibujos y sobre todo andaba dibujando donde podía”, amiga de Beverly.
La joven mujer venía de un paseo con su tía y su hermano, cuando, sin imaginarlo y de la nada, una lluvia de balas detuvo el carro en que viajaban.
Una semana duró el proceso de negociación entre los secuestradores y la familia. Millones de quetzales eran exigidos por los maleantes para regresar a la joven, pero nada fue suficiente.
Los secuestradores señalaron que en la maleta donde les tenían que haber entregado el dinero, casi solo había papel y que no estaba completo lo requerido. Eso fue suficiente para que la asesinaran.
Su madre aún recuerda con todo el amor del mundo a su hija, de quien no tiene la menor duda que habría alcanzado el éxito profesional, pues aparte de inteligente tenía toda una vida por delante.
