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“Una tarde estaba compartiendo con unos amigos en la casa de uno de ellos, cuando de repente me quedé dormido y derramé mi bebida. Mis amigos bromearon que estaba bolo, pero yo solo me había tomado una cerveza”, dijo Alan Cifuentes.

Esa fue la primera vez que Cifuentes experimentó los síntomas de una enfermedad, que, aunque es poco conocida le iba a cambiar la vida.

Al poco tiempo, Alan sentía que su cuerpo no reaccionaba como estaba acostumbrado, se cansaba rápido y cambió sus hábitos. En los horarios en los cuales almorzaba los usaba para dormir y parecía que siempre estaba cansado.

Con el tiempo su tono muscular empezó a disminuir, en cuestión de un mes la masa muscular del brazo le bajó tres centímetros, aunque seguía con su rutina aparentemente normal.

Esa situación le preocupó, pero no le dio importancia, hasta que se volvió a repetir lo que sucedió con sus amigos, al estar en la oficina en donde trabaja como contador, se quedó dormido durante una reunión importante.

Sus amigos le recomendaron que fuera con el médico porque eso no parecía normal. Alan creyó que porque ese día no había dormido en la tarde eso le había afectado, pero no sabía que lo peor estaba por llegar.

“Una noche estaba en mi habitación y no me pude mover, sentía que tenía a alguien encima, no podía hablar ni gritar, estaba asustado, pensé que me había muerto, pero tenía una parálisis del sueño”, contó Cifuentes.

Ese día pensó que se había muerto, pero pronto otro suceso lo dejaría en el ojo del huracán, para buscar ayuda lo más pronto posible.

“Lo peor que me pasó fue que iba para el trabajo por el Periférico y de la nada solo sentí que me desperté y mi carro estaba volcado, el vidrio roto, yo no estaba lastimado porque llevaba cinturón, pero no sabía qué había pasado. Los policías me ayudaron a salir y repetían que estaba ebrio, me hicieron la prueba y se dieron cuenta que no, pero igual fui a la Torre de Tribunales, porque mi carro impactó contra otro, gracias a Dios solo ocurrieron daños materiales”, relató Cifuentes.

Después de eso, Alan habló con su médico y le contó lo que estaba pasando, entonces decidieron que le harían unas pruebas, porque aparentemente estaba enfermo.

El resultado era positivo para narcolepsia, aunque es una enfermedad que no se puede curar, sí se puede tratar y necesita el apoyo de su entorno para controlarla.

Según el doctor José López, la narcolepsia es un trastorno crónico del sueño que se caracteriza por una somnolencia extrema durante el día y ataques repentinos de sueño. Las personas que padecen narcolepsia a menudo tienen dificultades para mantenerse despiertos durante períodos largos, sin importar las circunstancias.

Los síntomas:

Somnolencia excesiva durante el día.

Pérdida repentina del tono muscular.

Parálisis del sueño.

Cambios en el ciclo de sueño.

Alucinaciones.

Posterior al diagnóstico, Alan ha tratado de llevar una vida más común y ahora sus amigos entienden que no fue que estuviera ebrio, sino ha estado enfermo.

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