Nació en 1991 y en 2012 su vida dio un giro al estar al borde de la muerte.
Claudia Galdámez, de 28 años, se considera un milagro de vida, porque estuvo muerta durante 8 minutos. “En 2012 sufrí un accidente automovilístico. El 13 de abril mi vida cambió”. “Mis papás estaban de viaje y me fui con unos amigos al puerto”.
El sol, la arena y playa eran la combinación perfecta para los universitarios. “Pensé que era una buena idea aventurarnos. A esa edad uno no tiene conciencia de las decisiones que se toman”.
En la madrugada de ese 13 de abril, los jóvenes regresaron a la capital, sin saber que su viaje se convertiría en una pesadilla. “El reloj marcaba las 3 a. m. y en la ‘carretera del infierno‘ un camión nos encandiló y el conductor no pudo controlar el carro”.
“El vehículo se salió de la carretera, según los bomberos dimos tres vueltas y nos estrellamos contra una palmera”.
“Combinamos alcohol con velocidad”.
Había sangre y los gritos y las sirenas se escuchaban desde lejos. Lo que era una salida divertida se tornó en una desgracia. “En una de las vueltas del auto salí volando por el vidrio de atrás”.
Con la cabeza, Claudia partió el vidrio que le causó ceguera. “Mi cadera me perforó la vejiga, los ovarios y pulmones.
Quienes alguna vez fueron sus amigos se desvanecieron como los recuerdos. “Ellos solamente llamaron a los bomberos y luego desaparecieron. Los médicos de Escuintla no pudieron hacer mucho y decidieron trasladarme a la capital”.
“Cuando llegué al hospital estaba moribunda”.
El Hospital San Juan de Dios se convirtió en su nuevo hogar no deseado. “Pasé una semana en coma, me operaron cuatro veces el estómago, la vejiga y los ovarios”. “Estuve entubada porque no podía respirar”.
Galdámez recibía de tres a cuatro transfusiones de sangre al día. Su vida corría peligro. “A mis padres les mencionaron que no iba a sobrevivir y si vivía no podría caminar, sentarme o ver”.
“Me dieron dos paros cardiorrespiratorios”.
Creyente de Dios, Claudia luchó por su vida, porque sabía que aún tenía muchos sueños. “Fui declarada muerta durante 8 minutos, pero regresé a la vida”. “A los días de despertar del coma empecé mi recuperación más rápido de lo que pensé”.
Una convalecencia que cada día daba más esperanzas. “Los médicos mencionaron que mi cadera no iba a recuperarse y que nunca volvería a caminar”.
Durante el mes que estuvo en el hospital: “Fue difícil para mí y la familia. Después de estar al borde de la muerte, Dios me dio otra oportunidad”.
“Mis papás ponían anuncios en la prensa para buscar sangre”.
Una plaqueta y dos clavos son parte de la nueva cadera de Claudia. “Hice un año fisioterapia, después de estar seis meses en cama. Comencé nuevamente a aprender a caminar, hoy puedo correr y llevar una vida normal”.
Su familia fue parte importante de su vida. “Ellos fueron un apoyo muy grande, mi hermana renunció a su trabajo para cuidarme y mis padres siempre estuvieron pendientes de mi recuperación”.
Claudia tenía pendientes en su vida y poco a poco concluyó sus metas. “Nunca pensé que iba a poder hacer muchas cosas, ahora puedo caminar, correr, manejar, mirar y llevar una vida normal. También, terminé mi carrera universitaria y trabajo en una agencia de relaciones públicas”.
En la actualidad es licenciada en Ciencias de la Comunicación y tiene una vida llena de oportunidades. “La familia es lo más importante, ellos siempre van a estar junto a ti, en los momentos más difíciles, al igual que los amigos verdaderos”.
“Yo consideraba a mis amigos como mi familia, pero cuando sucedió el accidente me demostraron quienes eran en realidad”.
Claudia agradece a Dios por haberse salvado y seguir disfrutando de su familia y los nuevos amigos. “Yo tengo un propósito de vida y estoy segura que es inspirar a más personas. A quienes no creen en la existencia de Dios, les digo que gracias a él hoy estoy compartiendo mi historia”. “Cuiden su vida, porque solo hay una y debemos aprovecharla para bien. No se suban al automóvil de alguien que está bebiendo porque las consecuencias pueden ser irreparables”, finalizó la joven.