Negocios abiertos, transporte público funcionando con total cotidianidad, posibilidad de realizar viajes o salir a la calle sin preocuparse de tapar la boca y nariz con una mascarilla. Sin pensar que en cuestión de horas, la vida de millones podría cambiar, hasta el 13 de marzo de 2020 el coronavirus en Guatemala era un problema de las naciones asiáticas y europeas.
Las noticias sobre un virus que apareció en Wuhan, China y que había logrado contagiar a personas en distintas partes de Europa colmaban los medios internacionales. Italia se había convertido en un foco, pero seguía sintiéndose distante con el pasar de los días de marzo de 2020.
Sin embargo, la paranoia ya había iniciado para algunos. Con carritos llenos de desinfectante, productos no perecederos, varios paquetes de papel higiénico, diversos grupos de personas tomaban acciones en caso de iniciarse una crisis sanitaria. Por días, se convirtieron en chistes o memes ante la supuesta lejanía del virus de contagiar a alguien en Guatemala.
El Gobierno de Guatemala tomaba medidas de precaución, pero el ingreso al país vía aérea era normal. Sin embargo, el 13 de marzo de ese año, la primera de las muchas cadenas nacionales que haría el presidente Alejandro Giammattei daba inicio dando a conocer que una persona que había estado en Madrid, España, resultó positiva para COVID-19. Desde ese primer caso, la pandemia se extendió en el país y Guatemala se volvió parte de la pandemia del coronavirus.
Ir al supermercado se convirtió en un proceso metódico. Antes de salir de casa, se debía hacer una lista de los artículos a comprar. Sobrevivir a la cola fuera de las instalaciones y comprar lo más rápido posible era uno de los cuantos pasos para poder hacer los víveres.
Los eventos comenzaron a cancelarse. La esperanza de celebrar la semana santa se acababan ante el inicio de las restricciones de movilidad a partir de las 16 horas y que habían sido las primeras medidas del gobierno para evitar que las personas salieran y pudieran contagiarse de coronavirus. Ir al cine se había quedado en una actividad obsoleta y peligrosa. Pasar un sábado en la noche en uno de los antros de la ciudad capital se convirtió en una llamada por Zoom con cada uno con su trago.
Los buses, el servicio de Transmetro y Transurbano o los busitos debían estacionarse y olvidar a los pasajeros. Los pick ups tuvieron que salir y convertirse en un medio de transporte clandestino para todos aquellos que no tenían opción de un teletrabajo y se ganaban la vida con lo que se generaba al día.
Cada domingo, usualmente entre las 19 y 22 horas, el presidente tomaba control de la atención de la población con las cadenas nacionales. Con cada transmisión, cientos de interacciones se generaban en las redes sociales al esperar un avance positivo en el control de la pandemia.
La idea de pedir comida a domicilio por medio de apps dejó de ser una locura para los más adultos. Glovo, Uber Eats o Hugo tomaron un paso adelante para entregar víveres, medicamentos, el súper o una comida especial a los guatemaltecos que debían permanecer en casa.
Con el inicio de la pandemia, el Parque de la Industria también cambió su imagen. Para muchos, este lugar es recordado por ferias, convenciones y eventos masivos. Pero, a partir de la llegada del COVID-19, el miedo general era parar en este sitio para recibir atención médica y convertirse en un número más entre los casos de coronavirus.
Las mascarillas se convirtieron en una prenda obligatoria al salir. Además, los cubrebocas se convirtieron en una oportunidad laboral o en un negocio para aquellos que ya habían empezado a toparse con la crisis generada con la pérdida de miles de puestos de trabajo durante el inicio de la pandemia. Entrar al Market Place de Facebook era equivalente a una farmacia especializada en mascarillas, donde se encontraban desde las más baratas y personalizadas con diseños únicos, hasta las famosas KN95 que alcanzaban un costo superior de Q250 en los primeros meses de pandemia.
La “reapertura”
Pasaron los meses y la crisis se intensificó mientras negocios, fronteras e instituciones debían permanecer cerradas. El Gobierno de Guatemala decretó estado de calamidad por el incremento de contagios y comenzó un sistema de circulación por medio de placas para la circulación de automóviles. El calendario era marcado por las placas con el último número, siendo par o impar el dígito lo que definía si era permitido manejar el vehículo.
Luego, los aeropuertos de Mundo Maya y La Aurora debían volver a funcionar para que las personas varadas en otros países pudieran volver, siempre y cuando contaran con una prueba PCR negativa. Los requisitos en días y horas previas a la reapertura cambiaron drásticamente. Fue hasta septiembre que los extranjeros tenían permitido volver a ingresar al país.
La Comisión Presidencial de Atención a la Emergencia COVID-19 (Coprecovid) anunció junto a Giammattei el sistema de alertas epidemiológico que determinaba la cantidad de personas que podían estar en un lugar y si tenían permitido reabrir o no. Este sistema permitió que los centros comerciales pudieran volver a funcionar, pero las críticas no se dejaron esperar.
Desde el pasado 13 de marzo de 2020, se han reportado hasta 181 mil 974 casos de COVID-19 en el país. Cerca de 167 mil 425 lograron recuperarse, pero 6 mil 546 personas perdieron la vida desde la llegada del coronavirus a Guatemala.
Además del virus, los préstamos millonarios solicitados por Giammattei, la asignación del presupuesto del gobierno para este 2021, manifestaciones, dos tormentas tropicales y una elección eterna de magistrados a la Corte de Constitucionalidad se sumaron a la crisis y agudizaron el mal momento general que han vivido los guatemaltecos en los últimos 12 meses. ¿Cuál fue el momento de la pandemia que más te marcó?