Cristian Gómez, de 60 años, durante su infancia y adolescencia vivió en Quiché, pero el trauma que sufrió en la región, afecta su presente. Le atemoriza asistir a la iglesia, por el estado de sitio y aunque reside en Zacapa, la angustia se apodera de él.
Cuando Cristian tenía 14 años, personas desconocidas entraron a su casa y se llevaron a su padre. Pensó que no eran militares, pues ya conocía a algunos y sabía cómo hablaban.
El papá de Cristian apareció a la semana con un disparo en el pecho y otros en el estómago. Eso marcó su vida, ya que con mucho dolor aún lo recuerda, pero él no fue el único que desapareció.
Su hermano mayor estudiaba en la universidad en ese tiempo, un día agarró sus pertenencias y se fue a vivir a la montaña o eso decía su mamá, pues a veces llamaba por teléfono a su casa.
Gómez creía que su hermano estaba haciendo algo malo, porque no era lógico que se escondiera.
Una tarde, su hermano los visitó, dijo que iba a estar poco tiempo, pero un grupo de uniformados, lo sacó de la casa y nunca volvieran a saber de él. Eso impactó la vida de Cristian, pues amaba mucho a su hermano y aún sentía el dolor de la pérdida de su padre.
Gómez, a la fecha recuerda todos esos momentos dolorosos y al estar lejos del lugar donde creció, consideró que las vivencias serían diferentes, sin embargo, con el estado de sitio los tristes recuerdos regresaron.
“No sé si sea la edad o qué me está pasando, pero cuando me enteré que se instaló un estado de sitio, sentí mucho miedo que me llevaran como a mis familiares. Sé que mucho ha cambiando, pero temo hasta ir a la iglesia”.- Cristian Gómez
Él pertenece a un grupo de la iglesia que se dedica a orar para otras personas, también va una comunidad, pero desde que se decretó el estado de sitio, dejó de asistir porque no sabe en qué momento lleguen a allanar la iglesia y que según él se lleven personas.
“Yo sé que ahora es contra los narcos, pero no deja de causarme miedo, que de repente empiecen a desaparecer las personas”.- Cristian Gómez
Gómez iba a la iglesia casi todos los días, ahora únicamente asiste los domingos y a misa de 7 de la mañana, porque se mantiene con temor que un día ya no regrese a su casa como le pasó a su hermano.
Para el analista en seguridad, Diego Velásquez, hay muchas personas que le tienen miedo a los uniformados, también hay otros que ocultan cosas.
“La población le teme a los elementos del ejército, por lo que han vivido, les han contado, pero a muchos no les gusta salir porque saben que algo ocultan, que tienen cola machucada y para evitar ser atrapados deciden no arriesgarse saliendo de sus casas”.- Diego Velásquez
Cristian ya se acostumbró a la idea de ver rondando militares, policías y agentes cerca de los lugares que frecuenta, porque el Ejecutivo continúa con el estado de sitio.