Pablo Cordón es servicial, tiene muchas metas, una de ellas es ser ingeniero electrónico, también quiere comprar una casa y carro. Pero su sueño se ha visto interrumpido.
Se graduó a los 18 años de bachiller en computación, en un colegio de la zona 1. Su plan era que cuando terminara la carrera encontraría un trabajo para ingresar a la universidad.
El joven ha ingresado a varias empresas solicitudes de trabajo, desde restaurantes de comida rápida, bancos hasta call center, pero sin respuesta.
Cordón se imaginó que al comienzo del 2018 podría encontrar una oportunidad de empleo. Así que cada semana buscó, pero no encontró.
También se examinó para poder ingresar a la Universidad de San Carlos, pues no tenía el dinero para estudiar en una privada y tampoco sus papás lo podían costear.
Pasó el primer examen de la universidad, pero perdió el de lenguaje y se sometió a la segunda prueba, la cual reprobó. Mientras, pasaba el tiempo y no lograba conseguir trabajo.
Un amigo le ofreció que vendiera licuados naturales para perder peso, pero solo le ocasionó pérdidas.
Únicamente estuvo tres semanas con esa venta, porque siguió buscando una oportunidad laboral.
Pablo aún no ha podido entrar a la universidad para estudiar ingeniería y ya son 14 meses sin tener trabajo. La situación lo mantiene desesperado sin poder ayudar a sus padres.
“Hay días en los cuales me siento inútil, mal, porque no tengo trabajo y no pude entrar a la universidad”. Pablo Cordón.
A Pablo le llegó una oferta laboral en una maquila, pero el salario era bajo y se ubicaba lejos de su casa, por lo cual prefirió no aceptarla.
Decidió que esperará un poco más y seguirá enviando hojas de vida, para que pueda encontrar un trabajo pronto.