Once niños y niñas están en la pediatría del Hospital Roosevelt. Sus cuerpos tienen quemaduras de uno, dos y algunas hasta tres grados, están conscientes de lo que ha pasado en su comunidad y aunque el choque emocional ha sido fuerte, aún sueñan con volver a caminar y disfrutar la vida.
La ceniza convirtió la aldea Los Lotes en un desierto. A lo lejos se escuchan ladridos, pero no se ve nada. Todo el entorno es gris y aún de algunos techos sale humo, como si la familia estuviese reunida y cocinando la cena.
Todo esto pasó después que el domingo 3 de junio, entre las 15:30 y 16:00 horas se conocieran algunos detalles de una explosión volcánica que superó por poco los 15 mil pies de altura. Los aviones no pudieron salir ni llegar al país y cientos de familias corrieron por horas para tratar de salvarse del material piroclástico que salía en abundancia del cráter en el Volcán de Fuego, ubicado en Escuintla.
Hoy el centro médico ubicado entre las zonas 7 y 11 de la capital, atiende a 19 personas: ocho adultos y 11 niños. De ellos, un hombre de aproximadamente 45 años que aún no ha sido identificado y tampoco ha despertado. El resto cuenta con el apoyo de al menos un familiar, aunque su parentesco no sea cercano. Varios de estos niños no volverán a ver a sus padres, pero por el momento no hay un dato exacto porque los cuerpos de socorro continúan en la búsqueda.
De las personas que reciben atención en el hospital, cinco se encuentran en un estado grave pero ya se descartó que de momento sea necesario amputarles alguna extremidad. No todo se reduce a sus quemaduras, sino también a los gases que inhalaron al momento de su escape; estos provocaron afecciones en las vías respiratorias y se teme que sufran alguna infección.
Según Marco Barrientos, Director Ejecutivo del Roosevelt, cuatro jóvenes de entre los 12 y 16 años podrían ser trasladados a Estados Unidos para recibir atención con un equipo especializado. La Procuraduría General de la Nación ya comenzó a hacer los trámites para que se les otorgue un pasaporte y visa que les permita ingresar al país norteamericano.
Hasta el momento, el hospital está abastecido para brindarles la atención médica necesaria y aún podrían recibir a más personas. Barrientos confirmó que tanto el Ministerio de Salud como la Municipalidad de Guatemala han ofrecido apoyo si la crisis aumentase.
También aseguró que aún esperan el traslado de al menos una víctima más desde Escuintla hacia el hospital y que horas atrás se intentó llevar a un niño damnificado hasta el Hospital Nacional San Juan de Dios, pero que este falleció antes de lograr su arribo.
El impacto
Los médicos de la entidad han atendido un sinfín de situaciones, desde asaltos a mano armada que se salen de control hasta catástrofes naturales. Barrientos recordó el caos que se vivió en el hospital tras una balacera en agosto del año pasado en ese mismo lugar. Ver a los culpables correr, los cuerpos tirados y sentir el característico olor del arma.
También el impacto de recibir a niñas y jóvenes calcinadas tras el incidente en el Hogar Seguro La Asunción hace un año.
Ver las imágenes de los padres que se estaban quemando por tratar de salvar a su familia, otros que corrían; luego recibir a las víctimas y ver los cuerpecitos con quemaduras, pero conscientes de lo que pasaba fue muy duro.
Estos niños no regresarán al lugar donde salían a jugar, ni verán los campos verdes que los rodeaban desde su amanecer, pero sí podrán recordar a las miles de personas que se volcaron para ayudarles con comida, ropa y algunos artículos de cuidado personal.