Un silencio penetrante, en el cual el rostro de aquel muchacho entre lágrimas era reflejado por un espejo. “¿Qué hice para que me dejara? Ella era todo lo que yo quería, simplemente ya no puedo”, eran frases destructivas de una pesadilla hecha realidad.
Lo único que puede pensar de forma aturdida es en el cuchillo sobre el lavamanos. La vergüenza de haber sido desechado por su novia y cambiado por otro, la forma en que se enteró y no saber qué decir a los que preguntarían eran razones suficientes para acabar con todo.
Santiago, el codependiente. Un triste protagonista con el perfil psicológico que encajaba con él, al no poder estar sin alguien. Un pánico ante el abandono que duró meses antes de perder la relación. Esto lo llevó a ser extremadamente impulsivo. Solo querer desaparecer y no existir más era lo único que quitaría ese dolor.
Un mensaje de texto a su mejor amigo advirtiéndole sobre la situación tuvo una respuesta inmediata con una llamada. Su amigo José, quien vivía a unos cuantos kilómetros, no dudó dos veces para ayudar y evitar cualquier tontería que él pudiese hacer. Al llegar, el hermano, quien no tenía idea alguna de la situación, atendió a la puerta para que entrara a la casa y dirigirse al baño donde estaba Santi.
Pasó una hora hasta que Santi decidió abrir la puerta inundado en lágrimas y unos cuantos cortes en el brazo. José simplemente reaccionó casi con agresividad jalándolo de la camisa y tirando a Santi al pasillo, fuera del baño. “Ya no quiero estar así Jose, pero no puedo hacerlo, estoy harto de ser tan cobarde que no puedo ni matarme”, susurraba Santiago en el suelo.
Empezar de cero es complejo, pero ya nada podía ser peor. Para Santiago solo quedaba levantarse y continuar con la vida. A pesar que no es una historia con un final de “Por trece razones” (13 reasons why), en la cual seguro esperabas leer cómo recogen un cuerpo, nos recuerda que entre 10 personas que intentan el suicidio, una no lo logra.
El frío caucho de una llanta
Aquí llegamos a la historia que nos recuerda el lado triste de la estadística. La que nos demuestra que entre 10 personas que intentan el suicidio, 9 la consiguen.
Un DPI perdido, un piloto detenido sin saber qué pasó y una cámara lejana como participantes de una escena fría donde el protagonista incógnito decidió colocarse bajo las llantas de un Transmetro para esperar la muerte. Este es el video que fue colgado en las redes sociales por el Alcalde capitalino, Álvaro Arzú.
Muchos han criticado a las autoridades por haber detenido al piloto del Transmetro al no tener conocimiento de la situación, tachando de loco al protagonista. ¿Razones para morir? No se ha encontrado ninguna y se ha vuelto parte de una estadística negativa que se sigue viendo como un tabú, pero que ataca silenciosamente a las personas.
El caso no dejó más que preguntas. Además, el documento que la víctima llevaba consigo eran de otra persona y que había sido declarado como perdido en 2014.
La expectativa es una mentira
¿Sin amor no se puede vivir? Una verdad o falsedad que a muchos jóvenes no deja vivir hoy y es una de las razones por la cual una gran cantidad de jóvenes han decidido quitarse la vida.
Claro, esto solo es una referencia popular, ya que cuando alguien comete suicidio las autoridades públicas no han buscado a fondo las razones que la persona tuvo, esto estropea cualquier intento de estadística en Guatemala, según la Liga Guatemalteca de Higiene Mental. Sin embargo, todos tenemos un conocido que lo ha intentado o lo hizo, cosa que fue plasmada en la última consulta de la misma institución acerca del suicidio.
¿Tenemos una juventud expuesta a la tristeza? ¿Acaso esta juventud debe decidir si vale la pena estar vivo simplemente por una relación pasajera, una mala racha de estrés o unos problemas en casa? Ante tantas veces que alguien se idealiza gracias a todos los mensajes que la sociedad da sobre la “vida perfecta” solo queda buscar la perfección que nadie puede alcanzar.
Al tener expectativas demasiado altas en cuanto a la vida solo queda preguntar: ¿alguien muere de amor o por lo que pensó que un amor pudo ser? ¿Tú qué opinas?
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Fuentes:
Liga Guatemalteca de Higiene Mental
Magister Coralia Peña, Psicóloga Clínica