Todo alrededor quedó carbonizado, nada se pudo salvar y la propietaria del lugar entre lágrimas y una crisis nerviosa logró salir del lugar con ayuda de los bomberos, a quienes don Luis, un barrendero de la zona, cataloga como “los ángeles”.
“La alarma sonó y la gente empezó a salir, muchos llorando, otros gritando y un par mantuvo la calma”, así describió Estuardo la situación, él trabaja en uno de los edificios aledaños al lugar.
Mientras varios testigos observaban tras los cristales, los bomberos enfrentaban el fuego que consumía todo a su paso. Llegaron al noveno piso, para ser más específicos al apartamento 903, donde había comenzado todo. La propietaria Guisela Aguilar presentaba una crisis nerviosa y un cuadro de intoxicación, no sabía la razón por la cual había iniciado el incendio.
“Es la segunda vez que se incendia mi casa”, “todo está perdido, ningún objeto se ha salvado”, expresa la afectada. Las pérdidas se valoran en US$150 mil aproximadamente. Los bomberos dicen que el sistema de incendios del lugar fue muy útil para apagar las llamas.
Los “ángeles” evacuaron a 20 personas, trabajaron por alrededor de una hora combatiendo el fuego, mientras rociaron con sus mangueras lo que quedaba del apartamento. Escucharon que un perrito había quedado atrapado “y también lo salvaron” junto con gatitos que estaban en el edificio.
Por fin, luego del arduo trabajo y de la satisfacción de haber salvado de nuevo a varias personas, tomaron un respiro. Hablaban sobre las posibles razones que pudo originar el incendio: no había estufa encendida, ni velas, llegaron a la conclusión que pudo ser un cortocircuito.
Mientras tanto, don Luis junto con otro grupo de personas, observaba desde la calle cómo los bomberos lo habían hecho de nuevo. “Ellos son muy pilas, como no le tienen miedo a nada”. Los curiosos tomaban fotos, otros se quejaban por el tráfico que causó el incidente y un par corría como si nada pasara.
Los locales en la planta baja y el sótano permanecieron como si nada, el fuego no llegaba ahí, aunque el “sobresalto los puso alerta”. Doña Luisa trabaja en una cafetería del edificio “aquí no pasó nada, gracias a Dios, solo fue el susto y la curiosidad de ver qué había pasado allá arriba”, ninguno de ellos fue evacuado.
A un día del hecho, todo ha vuelto a su normalidad, la gente alrededor solo comenta lo que ocurrió ayer y señalan al noveno nivel, que en el exterior se logra identificar el apartamento porque está color ceniza. Aún manejan la hipótesis que el siniestro se produjo por un cortocircuito.
Lo curioso del caso de Guisela es que todo quedó reducido a la nada, excepto por una cosa: el altar, un crucifijo colgado de la pared que ha quedado color carbón, pero sigue intacto, tres angelitos que funcionan como floreros y una imagen de un santo que sostiene un cayado.
¿Por qué no se quemaron? Si el material es igual que el de otras cosas en la casa, nadie sabe en realidad lo que ahí pasó, o qué originó que el apartamento de Guisela se incendiara por segunda ocasión. Lo que sabemos es que ella y otras 20 personas fueron salvadas, que el siniestro se controló gracias a un par de “ángeles” uniformados, que parece que no le tienen miedo a nada.