Allí, donde grupos de hombres armados, fondos de ONG y el discurso de resistencia pacífica se conjugan con intereses del narcotráfico, se gesta la conflictividad que mantiene la zona sometida a la autoridad que dan las armas y la cocaína. Así se formó el gran corredor del narcotráfico en Guatemala.
Atrás quedaron los grandes señores como los Mendoza, vinculados con Alejandro Sinibaldi, exministro de Comunicaciones durante el gobierno de Otto Pérez Molina. Los Lorenzana, Villatoro, Los Huistas y Los Caradura se encontraron con un nuevo rival, Los Señores del Valle del Polochic.
El área de influencia de estos nuevos señores se extiende desde el lago de Izabal, el Valle del Polochic, la Franja Transversal del Norte y algunas zonas del sur de Petén. Lo que según el informe Vacío de Poder y Narcotráfico: El Valle del Polochic, elaborado por el Observatorio de la Conflictividad, facilita el trasiego de droga hacia la frontera mexicana y luego hacia los Estados Unidos. Según los expertos en el tema, el área del Polochic ha sido históricamente una, donde el Estado es ausente y es altamente vulnerable por los altos niveles de pobreza. Estas condiciones han facilitado la creación de un corredor natural, libre de autoridad y con personas dispuestas a todo en nombre de la necesidad.
1. Áreas de vacío del Estado que son llenas por grupos criminales.
2. Comunidades pobres que venden sus lealtades al narcotráfico.
3. Habitantes que son adoctrinados para promover la expulsión del Estado con la bandera de “Resistencia Pacífica”.
4. Proliferación de grupos armados que se autodenominan defensores de los pueblos.
5. Fondos de ONG que financian la conflictividad y que a su vez son financiadas por el narcotráfico.
De Nicolás Maduro a César Montes
El Departamento de Estado de los Estados Unidos asegura que el 90 por ciento de la cocaína que llega a ese país pasa por el Triángulo Norte y que tan solo por Guatemala anualmente lo hacen 400 toneladas. Para el Comando Sur de EE. UU., estas cifras se fundamentan en la cantidad de decomisos y narcovuelos que son detectados en el área. Y la procedencia de toda esta cocaína, la República Bolivariana de Venezuela y sus líderes Nicolás Maduro, su familia y allegados.
De acuerdo con el informe del Observatorio de la Conflictividad, el narcoestado de Venezuela y sus funcionarios reorientaron el rol de Centroamérica en el trasiego de droga. Según el informe, desde la implementación del Plan Colombia, en el 2000 por los gobiernos de Estados Unidos y Colombia para combatir el narcotráfico, las rutas del narco se redibujaron.
De acuerdo con Insight Crime, los grupos de narcotraficantes buscaron nuevas rutas y encontraron en el régimen de Hugo Chávez y el grupo ideológico Los Soles (que luego se convertiría en cártel) la forma de sacar la droga de Colombia. Con el apoyo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) los cargamentos de coca llegaban a los Estados venezolanos de Apure, Zulia y Táchira, en el oeste del país. Luego, altos funcionarios del chavismo y miembros de las fuerzas armadas preparaban el viaje hasta la Mosquitia, en el norte de Honduras.
De acuerdo con informes de la Drug Enforcement Agency (DEA) Hugo Chávez habría orquestado la incursión de su gobierno en el narco, todo con el fin de inundar las calles de Estados Unidos con droga. Además, tenía como objetivo armar y dotar de fondos a las FARC, para lograr el derrocamiento del gobierno de Colombia.
El término Cártel de los Soles se acuñó en 1993, cuando dos generales de la Guardia Nacional Bolivariana fueron investigados por tráfico de drogas. Ambos portaban en sus hombros la insignia de un sol, la cual caracteriza a los generales de brigada.
Tras el fallecimiento de Chávez, la estructura criminal habría quedado a cargo de Nicolás Maduro y su más cercano colaborador, Diosdado Cabello, expresidente de la Asamblea Nacional de Venezuela. Cabello, según el informe ha sido señalado de ser el cabecilla de Los Soles. Mientras que los vínculos de Maduro se confirman con la captura de los hijos de su esposa, Cilia Flores, cuando intentaban trasladar cocaína de Caracas a Honduras.
Y fue la incursión de Venezuela como la gran puerta de salida de la droga colombiana, la que obligó a los grupos organizados en Guatemala y la región, a replantearse la mejor forma de trasladar la droga. Surge entonces la opción de implementar una ruta rápida, de fácil acceso, libre de autoridad y el Valle del Polochic era todo esto. La droga proveniente de Honduras, inundaría el valle y fue así como las antiguas rutas comenzaron a usarse menos. Ya no eran solo Huehuetenango, Petén, Izabal, Zacapa, Chiquimula y Jutiapa, ahora tomaba preponderancia el Valle.
Los Señores del Valle del Polochic, no son un cártel único, asegura el informe. Son varios grupos que operan en el área, pero a diferencia de las otras rutas, no son tan numerosos y saben aprovechar la mano de obra local.
Estos grupos se valen de pequeñas guerrillas, líderes comunitarios y recursos para controlar a las poblaciones. A cambio de dinero, estas mantienen descontrol, la ingobernabilidad y ahuyentan a las autoridades. “Invaden fincas, queman cultivos y hasta asesinan para preservar el control de los territorios”. Incluso hasta se apoderan de pistas aéreas privadas o construyen las propias que ponen a disposición de grupos de narcotraficantes. Pero, ¿quiénes son estos grupos?
Caso César Montes, la Fundación Turcios Lima y el narcotráfico
Una pieza clave en el entramado de la conflictividad y proliferación de grupos criminales en el Valle del Polochic, tiene nombres y apellidos. Literalmente, responde a Julio César Macías Mayora y/o Julio César Macías López, pero para sus 11 mil compañeros de armas de la Fundación Turcios Lima, es nada mas “el comandante César Montes”.
Y es este exguerrillero, quien ha organizado a un grupo de campesinos y les ha armado hasta los dientes. Montes, según las autoridades, es cómplice del asesinato de tres soldados que patrullaban el área y se toparon con narcotraficantes. Según los informes, Montes y su grupo de paramilitares, armados con AK-47 y financiados por el narcotráfico, asesinaron a los soldados a sangre fría.
Más recientemente, a comienzos de abril, la Fundación Turcios Lima invadió y quemó la finca Cubilhuitz, en Alta Verapaz. De acuerdo con testigos, hombres vestidos de negro, rojo y con armas escondidas llegaron a las poblaciones para dar inducción en la elaboración de armamento casero y tenencia de la tierra. Días después, una turba irrumpió en la finca y quemó la casa patronal adueñándose de todo.
Al trabajo de Montes se suman grupos de ONG que apoyan y financian a los radicales. Estos reciben parte de sus fondos de cuestionadas organizaciones, algunas de ellas nutridas por el mismo narcotráfico. Y, debido a que no hay una ley para fiscalizar la procedencia y el destino que estas organizaciones les dan a sus recursos, es imposible de atacar el financiamiento, afirma el informe.
Y para muestra un botón, Pedro Esquiná Tzina, presidente de la Coordinadora Nacional Indígena y Campesina (CONIC), fue detenido en 2018 en el aeropuerto La Aurora. Esquiná intentaba salir del país con US$15 mil en efectivo. El dinero, que no había sido declarado por el activista, ilustra cómo estas organizaciones perciben fondos cuyo origen no puede ser rastreado.
Hoy, las voces que repudian el estado de sitio que impuso Alejandro Giammattei, en Izabal y Alta Verapaz gritan fuerte su rechazo. Y tal vez, solo tal vez si ponemos atención podremos escuchar entre todos esos gritos, los de un hombre, al que le habla un pajarito y pide que no se detenga el negocio.