Los movimientos contra las vacunas no son nuevos, ya que en el siglo XIX en Inglaterra miles de personas salieron a las calles en oposición a las vacunas obligatorias contra la viruela. En dicha manifestación, hubo arrestos, multas e incluso algunas personas fueron enviadas a la cárcel.
Esto sucedió en Leicester, una ciudad en las tierras medias inglesas. Las personas de aquel entonces afirmaron haber encontrado una alternativa a la vacunación, método que los activistas siguen citando hoy.
Viruela la verdadera razón
La viruela, conocida como el “monstruo moteado” llegó a ser la principal causa de muerte en Europa, que mató a 400 mil personas durante un año, mientras que en América arrasó con tribus nativas y culturas enteras colapsaron. Un tercio de los sobrevivientes quedaron ciegos, incluso la mayoría de personas tenían cicatrices de por vida.
En 1798, el médico de Gloucestershire, Edward Jenner, logró probar con éxito que inocular con una dosis leve de viruela bovina brindaba protección contra la viruela.
Cinco años después, el descubrimiento se estaba utilizando en toda Europa y una década después ya era global. Pero por alguna razón si este método era efectivo, ¿por qué las personas no querían utilizarlo?
La historiadora médica Kristin Hussey expresó: “Los antivacunas surgieron desde una variedad de ángulos: el sanitario, religioso, científico y político”.
“Algunos sintieron que el método, que usaba material obtenido de las vacas, era insalubre o poco cristiano, ya que usaba materia de criaturas inferiores”.
En ese entonces, Gran Bretaña implementó leyes para que las vacunas fueran gratuitas y luego obligatorias, lo que fue respaldado por multas e incluso penas de prisión. Algunas personas sentían que se les invadía algo privado que nunca antes había sido gobernado, su salud.
Método Leicester
En 1869 surgió la Liga antivacunas de Leicester que su propósito principal era demostrar que las personas podían sobrevivir a la viruela sin una vacuna. En 1877, el movimiento se intensificó.
Según datos históricos, el médico forense de la ciudad obligaba a que se reportaran todos los casos de viruela, luego aislaba al paciente, ponía en cuarentena a la familia y desinfectaba el lugar, a veces quemaban sus pertenencias.
Con el transcurso del tiempo la nueva alternativa fue aumentando. El número de procesados por no vacunarse aumentó de 2 en 1869 a 1,154 en 1881 y alrededor de 3 mil en 1884.
Para la segunda mitad de 1883 se demostró que de 2,281 nacimientos en esa ciudad, solo 707 bebés fueron vacunados. Con ello, también aumentaron las multas.
En octubre de 1884, la Junta de Guardianes de Leicester solicitó a las autoridades de Londres que aflojaran con los procesamientos, a la luz del método Leicester. La solicitud fue rechazada, lo que preparó el escenario para una protesta masiva en la ciudad, en 1885.
La viruela regresó nuevamente entre 1892 y 1894. Con un resultado que sorprendió a todos. Con 370 casos, una tasa de 20.5 casos por cada 10 mil habitantes, resultó solo en 21 muertes.
Leicester tuvo la mayor proporción de casos -más de dos tercios- en menores de 10 años.
Según los estudiosos el éxito del método Leicester se basó en un sistema probado de notificación y cuarentena, en combinación con el beneficio de la hospitalización, “cuyo personal sanitario había sido vacunado”.
“En una población pequeña esto puede funcionar, pero a medida que la población crece, este método se vuelve insostenible”, dijo Jason Tetro, escritor científico.
“Esto se vio en 1893 cuando la gente tuvo que quedarse en casa en lugar de ser atendida en un hospital durante una epidemia que provocó cientos de infecciones”.
En 1898, una nueva Ley de Vacunación permitió a las personas optar por no vacunarse por razones morales. Al año siguiente, la notificación de diversas enfermedades infecciosas, incluida la viruela, se hizo obligatoria.
La viruela regresó a Reino Unido a principios del siglo XX, pero nunca supuso la misma amenaza.
Hoy, los grupos antivacunas y sus activistas, se concentran en todo el mundo en contra de la vacunación y algunos continúan utilizando el argumento del método Leicester como evidencia de que la sociedad puede hacerle frente a las enfermedades sin una vacuna.
En 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) catalogó a estos grupos de radicales antivacunas como una de las principales amenazas a la salud mundial.
Con información de BBC