“Prefiero trabajar humildemente que robar”.
Todas las mañanas, Julio Antonio Rivera, mejor conocido como don Julio, recorre con su bicicleta la ciudad capital para ofrecer su servicio de zapatería.
A pesar de sus 64 años se mantiene saludable y motivado para continuar trabajando. “Me siento calidad. Yo vivo en la zona 5 por el cementerio Los Cipreses”. “Me movilizo en una bicicleta, recorro las zonas 12, 9, 10, 8, 3, 18, 16 y 17”.
“Me siento aún joven”.
Con 42 años de experiencia, don Julio ha aprendido el oficio de la zapatería desde una edad muy temprana. “Empecé desde los 22 años. Aprendí gracias a otro señor que desde pequeño me enseñó el oficio”. ”Utilizo mi creatividad para hacer cambios de suelas, color, estilos, etcétera”.
Tras el transcurso de los años, Rivera estableció un pequeño taller, pero por confiar en los desconocidos lo perdió todo. “Ayudé a un nicaragüense un par de años atrás quien vivía en un carro viejo, él también era zapatero, le di trabajo y un día me tuve que ir a la costa sur a trabajar, así que le dejé el taller para que continuara laborando. Cuando regresé lo encontré vacío, perdí todo mi capital”.
Tras la mala jugada de la vida, a don Julio le ha costado reponerse de ese duro golpe y por tal razón decidió nunca más poner un taller y mejor trabajar a domicilio. “Las personas me llaman y voy a su casa por los zapatos, si es algo simple lo trabajo allí mismo”.
“Prefiero trabajar humildemente que robar”.
“También me pueden visitar de 12:30 a 2:00 p.m., en la 8a. calle y 7a. avenida de la zona 9, a un costado de la Fundación Génesis Empresarial”.
Debido a la COVID-19, las labores de nuestro protagonista también se han visto duramente afectadas. “Con la pandemia el trabajo ha estado bajo, ahora laboro alrededor de 2 pares al día”. “Los precios dependen de lo que se deba trabajar. Lo más barato puede ser Q10 a Q20”.
Con su pequeño puesto sobre la acera y bajo el sol ardiente de mediodía, don Julio espera que llegue un cliente para poder brindarle su servicio. “Hay personas que me regalan los zapatos y yo los arreglo para venderlos”.
Su tarjeta de presentación es su entusiasmo, sus manos de esfuerzo y también un pequeño papel en donde coloca su número para poder ser localizado.
Así es como Julio Antonio Rivera junto a su bicicleta recorren las calles de la ciudad para ganarse su propio sueldo y así poder seguir con su pequeño negocio.