La sanadora danza del vientre
El belly dance, como se le conoce no es solo esos ritmos en los cuales las chicas mueven sus caderas, brazos, piernas, también es un baile sanador, que ayuda a recuperar la autoestima. Ya sea individual o grupal es una danza que se presenta con sus vistosos trajes, además, en ocasiones con el acompañamiento de la pandereta, bastón, crótalos, sables, velo, antorchas, abanicos, para darle ese toque sensual y místico a los movimientos.
De esto, lo da fe quien lo ha practicado desde hace más de 5 años. Yo, Nancy Fabiola Quixtán empecé a tomar clases en el 2009, pues siempre me llamó la atención la danza oriental. Porque en el momento que bailo, ya sea en una clase o coreografía, aprendo de mí misma, dejo el ego, todos los defectos, lo negativo del ser humano y me permite dejar fluir esa parte noble, divina, espiritual para sentirme libre.
Por eso, hasta la fecha continúo bailando. Me gusta, que en ese momento que bailo, no pienso en el trabajo, los problemas, en nada. Me sucede lo que dicen en las filosofías orientales, estoy en el aquí y ahora, ese momento de conciencia, porque no estoy analizando qué pasó ayer o qué ocurrirá mañana.
Aunque nuestras coreografías llenas de color y práctica semanal sean intensas, para mí no es competir porque entonces se pierde el sentido, a mi criterio es expresión de tu ser. Más que competencia con las demás, todas estamos en el mismo barco, que al final en conjunto creamos una armonía y enfoque de hermandad entre las mujeres. Es un empoderamiento de cada una de nosotras.
qué me ha inspirado LA DANZA
Me he conectado con esa parte femenina que lamentablemente la sociedad, las familias, la cultura y tantas cosas han obligado a una a dejarlo de lado. Que si es pecado al sentirte cómoda con tu cuerpo o si muestras tu sexualidad. Estoy unida con esa femineidad, luciendo una falda, mi espalda, mis piernas, escotes y sintiéndome a gusto.
Como tengo una historia de sobrepeso, nunca me sentí bien conmigo misma. Al iniciar con el belly dance, la primera barrera que me encontré fue verme al espejo y que este me devolviera la figura que no era la ideal. Me decía cómo haré esos movimientos sexis, esas ondulaciones de pecho y cadera, en ese sentido, la danza me ha ayudado, a lo largo del tiempo en fortalecer la autoestima, a ver que independientemente de qué tamaño esté mi cintura soy hermosa.
También, me ayudó a ejercitarme, a regañadientes porque para mí el ejercicio era un “cuco” de la infancia porque como fui la gorda, en la escuela me decían que no practicara deporte porque no podía. Ahora, me ejercito en la casa con mi propia rutina. Además, fui con una nutricionista y ya tengo un año y medio de ser vegetariana. Han sido cambios de estilo de vida, sin dietas porque esas no funcionan, es cambiar patrones y malos hábitos, pero no por moda.
Con el tiempo, quiero utilizar la danza pero como una herramienta para algo más, de alguna manera como compartir todo lo que he vivido y aprendido con otras mujeres, para que les sirva de alguna manera, que no sea el punto focal la danza. Le estoy dando forma a la idea, porque deseo ir un paso más allá, que no se quede solo en bailar en un show. Aunque reconozco que subir en un escenario, con unos minutos de fama, es una sensación inexplicable, ese choque de adrenalina es única.
La danza vino a abrir una puerta enorme de cambios en mi vida. Gozo de una mejor salud, complexión física y la ropa me ajusta. También, cambios emocionales, al tener la oportunidad de hacer algo que amas. Dicen que uno debe encontrar su pasión en la vida, lo que fuera, bailar, pintar, o cantar. Cuando algo te da felicidad con esa emoción vas generando el efecto dominó con otras situaciones similares y te empuja a realizar cambios.
Fotos: Luisa Tzarax