Uno de los sueños más grandes para cualquier estudiante es llegar al escenario para recibir su título con sus familiares presentes y firmar el documento en un acto de graduación. Cuatro, cinco, seis o más años son necesarios para algunos para llegar a este momento y conseguir una licenciatura, ingeniería, ser magíster o un doctorado.
Sin embargo, el COVID-19 ha cambiado la vida en varios aspectos, entre ellos, la vida estudiantil. Junto a tener que adaptar las clases a sesiones en línea, para las personas que solo estaban esperando una fecha de graduación, también significó una serie de cambios.
Alejandro García obtuvo el título de magíster en Dirección y Gestión de Marketing, en la Universidad Rafael Landívar, antes de que la pandemia se volviera una emergencia mundial, ya planeaba con su grupo de 15 compañeros la celebración”. Para final de año, con los compañeros preparamos un almuerzo de despedida en donde organizamos todo para estar en el mismo acto. Fuimos a dejar la papelería necesaria para la graduación el mismo día”.
Cuando empezó la pandemia y las medidas sanitarias se comenzaron a aplicar en Guatemala, la incertidumbre entre los graduandos también incrementó. “No nos podían dar fecha de graduación por el coronavirus, ya habíamos pagado por el acto y solo estábamos pendientes de la modalidad. En la universidad no estaban trabajando y era complicado que respondieran”, afirmó Alejandro.
Años de esfuerzo y estudio para un acto de 30 segundos
Uno de los compañeros de Alejandro preguntó respecto al título físico ante la imposibilidad de la universidad de brindar una fecha para celebrar el acto de graduación. Se nos notificó que ya podíamos ir y varios fueron a traerlo.
Alejandro era el primero en su hogar que conseguía una maestría y “tenía muchas expectativas e ilusión por celebrarlo. Me visualizaba llegando un sábado por la mañana a la universidad, con el pelo bien cortado, un buen traje, juntándome con mis amigos para tomarnos fotos. Incluso quería dar el discurso de la maestría, ver a mi familia sentada, así como organizar un almuerzo con todos mis seres queridos para convivir y celebrar”.
La experiencia que Alejandro pasó fue diferente. Salió un día sin tráfico en las calles para llegar hasta el complejo universitario en donde pasó cuatro controles, le tomaron la temperatura hasta llegar a una oficina en donde le esperaba una secretaria con su título. Los padres no podían ingresar, el proceso era solo con el graduando y el personal universitario.
“Firmé mi título y la secretaría me dijo que eso era todo. Le pedí que me tomara una foto y ella lo hizo con gusto. En total, mi acto duró 30 segundos, en ese momento me di cuenta cuánto esfuerzo le puse para conseguir ese cartón. Subí la foto en redes sociales y muchos me felicitaron. Me sorprendí con la gran cantidad de personas que estaban pendientes y de las llamadas de mis seres queridos, eso fue un momento especial, a pesar de todo”, recordó Alejandro.
La celebración vía Zoom con sus compañeros, según Alejandro, también tuvo un toque especial por haber compartido tantos momentos con personalidades diferentes. “Habíamos desde personas jóvenes, hasta quienes ya pasaban de los 40 años. El grupo fue increíble porque entre todos nos ayudamos para llegar al final”, asimiló Alejandro.
Hasta hoy, 10 de los 15 compañeros de Alejandro ya tienen su título y la universidad contempla realizar un acto cuando las medidas sanitarias sean levantadas.