En enero, la policía de Massachusetts advirtió sobre el peligro de los retos en TikTok. En uno de los videos, se retaba a los usuarios a crear chispas con un cargador de celular, un tomacorriente y un centavo (penny). Dos estudiantes que aceptaron el reto y lo subieron a TT fueron acusados de incendio provocado por las autoridades del Estado. Esta debió ser la voz de alerta para muchos, pero no fue así.
Desde entonces los retos de TikTok no se han detenido. De acuerdo con el diario New York Times, desde el comienzo de la cuarentena, el uso de la aplicación se ha disparado. Puede ser el encierro o el estrés de la crisis por el COVID-19, que han cambiado los retos en la plataforma. Hoy, ya no son únicamente pasos de baile y sincronías musicales las que entretienen a los usuarios.
Destruir el rompecabezas de un familiar, golpear al hermano menor, romper algo en casa, cubrir con harina a los padres o cortarse las cejas son algunos de los videos más populares en la plataforma. Y es este último el que le robó el sueño a una joven pareja de la zona 16 de la ciudad de Guatemala.
En enero, Ignacio, su hijo de 12 años, descargó la aplicación. Inicialmente parecía un inofensivo portal para ver videos, donde “Nacho” pasaba una buena parte del tiempo que les tomaba llegar al colegio. Luego y de a poco, la app fue recortando el horario de hacer tareas, hasta que llegó la cuarentena.
“Allí fue donde la peor parte comenzó, dejó de solo ver para comenzar a subir sus propios videos”. Waleska.
Al principio, Nacho pasaba buena parte de su tiempo libre bailando y corriendo por toda la casa. Una y otra vez, el joven repasaba las rutinas de baile y se grababa. “No tenía nada de malo”, asegura la madre. Curiosa por ver el resultado de sus horas, comenzó a revisar los cortometrajes de su hijo. Las semanas de cuarentena avanzaron y de pronto las horas de bailes se detuvieron. Ignacio empezó a ser más recatado con su producción audiovisual.
Se encerraba en su cuarto o bajaba a la sala a recibir su dosis diaria de videos, mientras la familia compartía en el segundo nivel. Fue entonces que Ernesto, su hijo menor, comenzó a pedir el teléfono de Waleska para ver TikTok. De pronto, la armonía familiar se vio interrumpida y cada vez era más difícil coincidir como grupo.
Una tarde a finales de abril, Jonathan, estaba fuera de casa. Había dejado a la familia para atender asuntos de trabajo. Mientras, Waleska, una maestra de primaria, se enfocaba en el material de su próxima clase virtual. “El silencio de mis dos hijos ya no era de extrañarse, seguro estaban viendo TikTok”, pensó.
Terminados sus preparativos, llamó a sus dos hijos para salir a dar una vuelta en el condominio. Ignacio no quería salir del cuarto, mientras Ernesto le decía “llámalo mamá, llámalo para que lo veas”. Waleska, extrañada por la negativa de su primogénito, subió las escaleras. “Anda mamá, anda”, insistía Ernesto.
Cuando finalmente Nacho salió del dormitorio, una gorra cubría su cabeza y parte de la frente. Con la mirada al suelo le dijo a su madre, “vamos pues”. Waleska le preguntó, ¿y la gorra para qué? Sin más, Nacho levantó la cabeza y entre la sombra de la gorra y su frente algo no estaba bien. “¿Qué jodidos te hiciste?”, gritó Waleska.
Casi a la mitad de la ceja, una mancha blanca sobresalía. “Mamá, fue un challenge, pero me salió mal”, le dijo. Waleska montó en furia y le recriminó lo que había hecho. “Te das cuenta de lo que te hiciste, cómo se te ocurre, qué te pasa, ya vas a ver cuando venga tu papá”, le reclamaba. “Ay hombre, ya va a crecer, qué importa”, asintió Nacho.
Jonathan, quien siempre ha tenido un temperamento relajado, descargó la app para estar al tanto del material al que estaban expuestos sus hijos. Y fue él quien convenció a Waleska de dejarlos ver el contenido de TikTok. Pero la hazaña de Ignacio, no solo había atentado contra el bienestar del joven, ahora su padre también estaría en el banquillo de los acusados y sería cómplice indirecto de la osadía de su hijo mayor.
Al volver a casa, una frase de Waleska le dio a entender que algo no estaba bien. “Anda a ver la gracia que hizo tu hijo, anda ahorita”. Sin tiempo de preguntar nada, Jonathan subió las escaleras y al ver a Ignacio quiso reírse. Sabía que lo sucedido era grave, que él debía ser castigado, pero la apariencia de su hijo era demasiado chistosa. Como pudo se acomodó en su rol de padre y comenzó a despotricar contra el adolescente.
“¿A vos qué te pasa?, ¿cómo se te ocurre hacerte eso?, ¿en qué estabas pensando?, ahora sí vas a ver”.- Jonathan.
Como unidad familiar, los Gómez se sentaron a la mesa para discutir lo sucedido. Pidieron explicaciones a Ignacio y le hicieron ver que su decisión no habría sido la mejor. De igual forma, trataron de llevar la experiencia de lo ocurrido para que Ernesto también aprendiese de la errática forma de proceder de su hermano mayor.
Pero con la adolescencia a mil, el comentario que salió de la boca de Nacho selló su destino en la plataforma. “Ay hombre, hay cosas peores que yo no hago, no me he metido al challenge de pegarle a mi hermano pues”. Desde entonces, Ignacio se ha convertido en un observador activo de TikTok y tiene prohibido subir videos. Sus horarios de visita a la plataforma están regulados y siempre debe haber un adulto cerca mientras navega por los millones de videos que a diario se suben. A Jonathan, una víctima colateral de una ceja rasurada, le costó más congraciarse con su cónyuge.
Datos interesantes sobre Tik Tok
1. Mensualmente tiene 800 millones de usuarios.
2. Le tomó 200 días al desarrollador crear la app.
3. Ha sido descargada más de 2 billones de veces.
4. Las personas la usan en promedio 52 minutos diarios.
5. Los usuarios ingresan 8 veces al día.
6. 83 por ciento de los usuarios suben contenido.
7. Está disponible en 154 países y 75 idiomas.
8. Una canción que es tendencia en TikTok, lo es en Spotify.
9. Las marcas invierten más de US$100 mil semanales en publicidad.
10. Según el “New York Times” el uso de Tik Tok se disparó desde la llegada del COVID-19.