Eugenio Martínez Larios se caracteriza por ser una persona entusiasta y muy comprometida por brindar un servicio a la comunidad. En su juventud adquirió el deseo de querer ayudar a los demás. Conforme fue creciendo, esa idea se intensificó y decidió inscribirse en diversas instituciones como: Ejército de Guatemala, Policía Nacional Civil y Bomberos Municipales, pero por diversas circunstancias, que se fueron presentando en el camino, tuvo que abandonarlas.
Pasaron algunos años, pero aún persistía esa inquietud de querer servir a los demás. Un día, cuando tenía 33 años, escuchó por medio de una noticia: “Hazte bombero voluntario y sírvele a tu comunidad”; en ese momento, esa frase lo motivó nuevamente y optó por ser bombero voluntario. En esa época, él se acababa de juntar con su esposa, Telma Azucena Marroquín, y le comentó su decisión. Sin embargo, al decírselo a su madre, Felicita Larios, recibió una respuesta negativa, ya que ella no compartía el sueño de su hijo.
A pesar de ello, Eugenio comenzó a buscar información e inició su proceso de inscripción. Al pasar los días recibió un telegrama, por medio del cual se le notificó que se presentara a la estación central de bomberos para ingresar a las filas de aspirante. En su primer día de clases se topó con más de 230 personas en el salón. Luego de 4 meses, varios de sus compañeros se retiraron porque fueron viendo que el trabajo de bombero no era para ellos.
Los que queríamos ser bomberos nos quedamos. Yo quería ser bombero, yo sí quería prestarle servicio a la comunidad”.
Durante todo un año de sacrificio, estudio y preparación, Eugenio logró graduarse junto con 31 compañeros. El momento de la graduación llegó y la encargada de colocarle el casco, como señal de ser un bombero oficial, fue su madre. En ese momento, él se sintió feliz y orgulloso de cumplir su meta.
Si dos entramos, dos tenemos que salir
Después de adquirir el conocimiento teórico, comenzó el verdadero aprendizaje. La primera emergencia que cubrió fue un incendio en la colonia Los Ángeles, en la zona 6 capitalina. En dicho lugar, una carpintería se estaba incendiando y asistieron a sofocar las llamas. Al ubicarse enfrente del fuego, los nervios y el miedo se apoderaron de él. Sin embargo, se llenó de valor y se concentró en hacer su mejor trabajo.
En otra ocasión, Eugenio y un compañero fueron asignados para realizar un servicio al kilómetro 36 de la ruta al Atlántico. En ese lugar, una familia que regresaba de un viaje a Esquipulas se accidentó; el vehículo se precipitó en un barranco de más de 30 metros de profundidad. Al llegar al lugar, ambos decidieron bajar para brindarle atención médica a los afectados. Pero todo cambió en cuestión de segundos, ya que los accidentados eran los miembros de la familia de su compañero. Lamentablemente, ese día la madre de su amigo falleció en el lugar.
Ese día, Eugenio aprendió que en la profesión de bombero hay que estar preparado para todo “porque uno nunca sabe qué se puede encontrar”, expresó.
La disciplina es lo que no se tiene que perder para poder hacer un buen trabajo, porque si el trabajo no lo hacemos con disciplina, todo puede salir mal”.
Una profesión llena de sacrificios
La vida de un bombero está llena de muchas sorpresas. Tener una hora de entrada, pero no de salida. El dejar sola a la familia en el hogar, tener jornadas de 24 horas (a veces más); no poder disfrutar Navidad, Semana Santa o días feriados, son algunos de los sacrificios que estos héroes anónimos hacen por ayudar a la comunidad.
Eugenio Martínez ha atendido diversos percances, tales como: el deslizamiento de tierra en El Cambray II, en 2015; la tragedia del Hogar Seguro, en 2017; el huracán Mitch, en 1998 y Stan, en 2005; así como los terremotos en San Marcos. Todo trabajo bien hecho tiene su recompensa. En 2014 recibió la Orden Gonzalo Rodríguez Allende, reconocimiento que es otorgado a todo socorrista que cumple 25 años de servicio ininterrumpido y un comportamiento intachable en la institución.
Asimismo, integró la Patrulla de Rescate Internacional; esta se formó a través de las necesidades de emergencias que hay en Guatemala. Son elementos élite que han sido capacitados en otros países, con el objetivo de atender emergencias de alto riesgo. Ha participado en rescates en Honduras y El Salvador.
Actualmente, Eugenio Martínez tiene 64 años y este 2 de diciembre cumplirá 30 de servirle a la comunidad como bombero voluntario.
A lo largo de su vida ha laborado en diversas estaciones de bomberos, entre las cuales se encuentran:
• 3ª. Compañía en la colonia Primero de Julio, zona 5 de Mixco.
• 2ª. Compañía en la colonia El Rosario, zona 2 de Mixco.
• 100ª. Compañía en Ciudad San Cristóbal.
• 88ª. Compañía en Boca del Monte.
• 22ª. Compañía en zona 1 de Mixco.
• 10ª. Compañía en zona 11.
• 4ª. Compañía en zona 6.
• 78ª. Compañía en zona 12.
• 50ª. Compañía en zona 18.
• 49ª. Compañía en la colonia 4 de febrero, zona 7.
Yo le decía a mi madre que el día que a mí me pasara algo, yo quería morir salvándole la vida a un niño”.
Fotografías: Eugenio Martínez.