El cambio climático es un tema que va más allá de la temperatura, afecta no solo al cuerpo, sino también al entorno y ecosistema, ya que por cada grado centígrado que sube la temperatura en el mundo, baja la productividad de cultivos de maíz, trigo o arroz, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)
Actualmente, el 72 por ciento de la superficie no congelada es usada en la agricultura, ganadería y plantaciones forestales.
Un análisis preliminar de datos sobre la temperatura global indica que julio de 2019 pudo haber sido el mes más caluroso desde el comienzo de los registros. Los datos fueron divulgados por un servicio de análisis del clima de la Unión Europea, el Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S) que se basó en observaciones de satélites y estaciones en tierra.
Un artículo publicado en Forbes cita que el cambio climático podría llevar a niveles exorbitantes el precio de varios productos, incluso la cerveza, debido a que la sequía y el calor extremo afectan los cultivos de cebada.
Las afectaciones repercutirían en el rendimiento de los granos de ese cereal, utilizados para la elaboración de la cerveza, e impactaría directamente en su precio y disponibilidad. Esto según los términos básicos del mercado de la oferta y la demanda.
El informe sobre el uso de los suelos y sus efectos en el cambio climático del IPCC, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que los suelos se están agotando y la escasez de alimentos es cada vez más real. La deforestación, las prácticas agrícolas y ganaderas tienen un efecto recíproco en la crisis climática que el planeta está viviendo.
Según el informe del IPCC, la forma en la que se utilizan las tierras para la producción de alimentos está afectando drásticamente al calentamiento global. Como consecuencia, los alimentos producidos cada vez serán más escasos, caros y menos nutritivos.
Se calcula que al año, la industria agrícola pierde más de 36 mil millones de toneladas de suelo fértil por la erosión, así lo detalla la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
En su informe, los científicos del IPCC mencionan que el cambio en las dietas de comida podrían ayudar a reducir las emisiones de gases. Recomiendan la aplicación de “políticas que reduzcan el despilfarro de comida e influyan en la elección de determinadas opciones alimentarias”, en alusión a dietas menos carnívoras, principalmente carnes rojas.
La producción de carne roja representa una fuente significativa de emisiones de metano y óxido de nitrógeno, que son gases de efecto invernadero. Las emisiones provienen de cuatro procesos de la ganadería: el metano que se genera en la digestión del rumiante; el óxido de nitrógeno de la descomposición del estiércol; el dióxido de carbono del proceso de producción de alimento para ganaderías y el consumo de energía para el procesamiento de todos los productos derivados de este sector.