Miriam era una mujer que siempre se había caracterizado por luchar por sus hijos. Se quedó viuda, luego de que a su esposo le diera un infarto.
Se quedó con tres hijos pequeños, que poco a poco y con mucho esfuerzo iba logrando que salieran adelante.
Con penas, tristezas y mucho trabajo, Miriam logró que su hijo mayor se graduara del colegio. Luego empezó a trabajar y a aportar a la casa. Mientras tanto, su hijo menor a veces se sentía mal, con un dolor fuerte en el pecho.
Ella lo empezó a llevar al doctor, donde le diagnosticaron problemas del corazón. Había días en que Miriam sentía que ya no tenía fuerzas para seguir trabajando y luchando por sacar a flote a su familia.
Una tarde, sus hijos invitaron a varios amigos a su casa para poder compartir un momento agradable, pero lo que menos imaginaron era que esas visitas terminarían en algo triste, pues sin saber cómo, se perdió el celular de Miriam. Nadie sabía dónde estaba, pero tenían la sospecha de que uno de los invitados se lo había llevado.
Ante esta situación, Miriam tuvo que salir muy temprano al día siguiente para avisar en la clínica del doctor que había cambiado de número de teléfono, sin imaginar que no regresaría a su casa otra vez.
Ella llegó a la clínica como de costumbre con su hijo menor, quien en ese entonces tenía 17 años. Parecía que todo estaba bien y que él iba avanzando en el tratamiento.
De regreso a casa, Miriam decidió subirse en un bus rojo; iba parada porque ya no había lugar, y al notar que ya iba cerca de su casa empezó a caminar hacia la salida. Su hijo iba atrás de ella. Para variar, el chofer de la unidad iba peleando con otro, compitiendo para llevar más personas.
Miriam se aproximó a la puerta, pues tenía que bajar. El piloto paró, pero no lo suficiente, pues avanzó cuando aún ella se encontraba descendiendo. La mujer cayó de la grada y su cabeza golpeó contra la banqueta, por lo que se quedó tirada, inmóvil. Su hijo se tiró del autobús para ayudar a su madre.
Las personas que estaban en la parada lo vieron todo y llamaron a los bomberos, quienes llegaron y se la llevaron al hospital. Cinco horas después, falleció por trauma y fractura en el cráneo.
Los hijos de Miriam estaban sumamente afectados, pues la mujer que había luchado con ellos desde pequeños estaba muerta, debido a la imprudencia de un hombre.
La policía capturó al chofer del bus, quien estuvo únicamente 3 meses en prisión y luego salió tras pagar una fianza.
Los hijos de Miriam ya no tenían a nadie que viera por ellos, ya que su padre había fallecido años atrás por problema del corazón y ahora su madre también estaba muerta.
Tuvieron que dejar su apartamento y empezaron a vivir de familia en familia, hasta que lograron graduarse, trabajar y así continuar con sus vidas, pero la pérdida de su madre marcaría para siempre sus vidas.