Su historia
Este conmovedor relato lo cuenta The Little Big Things, un libro de Henry, en el cual da a conocer las lecciones que ha aprendido desde el momento de su parálisis. El prólogo fue escrito por J.K. Rowling, autora de la famosa saga Harry Potter, quien desde que conoció la historia de este chico, se convirtió en una gran admiradora suya.
“En realidad soy yo quien la admira a ella”, asegura Fraser.
El libro también cuenta con palabras del héroe de su infancia, el deportista Jonny Wilkinson, quien ha elogiado esta historia de transformación y de poder interior.
Recién cumplidos los 17 años, Fraser sufrió un accidente que le dejó una lesión de por vida en la médula espinal. Esta situación fue compleja de aceptar debido a que este chico ya tenía años practicando rugby y estaba llamado a convertirse en uno de los grandes según varios expertos.
Cuando se percató de que nunca más iba a poder ponerse de pie, sintió que su mundo se acababa. Sin embargo, sus ánimos decayeron solamente dos semanas y después trató de buscar algo nuevo que pudiera motivarlo. Sin alguna vez pensarlo, el arte lo acobijó.
El viaje que marcó su vida
Sus vacaciones en la costa portuguesa marcaron un antes y después en su vida. “El viaje fue mal desde el primer momento. En la puerta de embarque del aeropuerto me di cuenta de que mi pasaporte había caducado hacía dos meses”, expresa Fraser en su blog, espacio en el que cuenta su experiencia. Pero la situación no termina aquí.
“En el quinto día de vacaciones, fui corriendo hasta la playa. Quería zambullirme y calmar el calor, pero algo pasó. Recuerdo que me golpeé la cabeza con el lecho marino, abrí los ojos y estaba boca abajo flotando en el mar, con los brazos colgando sin vida delante de mí y sin poder mover mi cuello hacia abajo. Nunca había estado tan asustado”.
Fraser trató de encontrar alguna manera de poder salvarse. Giró su cabeza con la esperanza de que alguien estuviera allí. Por suerte, un amigo de Henry estaba cerca y al darse cuenta de lo que ocurría lo arrastró hasta la orilla. Dos exentrenadores de rugby que habían recibido un entrenamiento de primeros auxilios lo ayudaron también.
Una vez ingresado al hospital comprobaron que se había dislocado gravemente el cuello y que casi se había salido la cuarta vértebra de su alineación, razón por la que acabó pasando hasta dos veces por el quirófano.
“Tenía miedo. Estaba prácticamente solo en un país extranjero”, comenta Henry.
Esperanza
Meses más tarde, Fraser volvió a casa y fue allí donde se planteó qué iba a hacer con su vida. En la búsqueda de una nueva meta, comenzó a utilizar el lienzo para crear obras, pero con la boca. No fue fácil al inicio, pero a fuerza de constancia y empeño, empezó a deslumbrar, hasta el punto de crear su propia exposición.
“Todo ocurrió un día que me estaba aburriendo más de lo habitual. Tenía cerca una tableta, en la que había una aplicación que servía para dibujar. Me di cuenta que sosteniendo un lápiz táctil en la boca podía dibujar. Me distraje durante horas. Me encantó. Si no hubiera estado enfermo nunca hubiera redescubierto la pintura y la creación”.
Si Henry creyó al inicio que se le había cerrado una puerta, ahora ha notado que muchas más se han abierto.
“Lo que la oruga percibe como el final, para la mariposa es solo el comienzo y ese es mi lema”, expresa Fraser.
Fotos: TW Henry Fraser