Desde 1999, los Misioneros de San Carlos, tomaron la dirección de la Casa del Migrante en la ciudad de Guatemala por orden de Monseñor Álvaro Ramazzini, Presidente Nacional de la Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal de Guatemala. Ellos atienden diariamente a migrantes, refugiados, exiliados y caminantes que buscan mejores oportunidades de vida.
La pastoral tiene varias casas de acogida y atención a personas migrantes en distintos lugares fronterizos como Tecún Umán, San Marcos, Esquipulas, Izabal, Petén, ciudad de Guatemala y muchos puntos más. Todas están a cargo de la iglesia católica, con apoyo de voluntarios y organizaciones civiles.
“Hoy estamos dando una atención humanitaria directa a quienes son desplazados y buscan refugio. En distintos momentos hemos acompañado a personas migrantes haciendo propuestas políticas como el Código Migratorio”, comentó el padre Mauro Verzeletti, misionero scalabriniano a cargo de la Casa del Migrante de la zona 1.
De enero a septiembre de 2018, la casa atendió a 2 mil 19 personas. De ellas, 1 mil 282 fueron hombres y 270 mujeres, 161 niños y 86 niñas. Veinticuatro pertenecían a la comunidad LGBTI y 95 buscaban refugio. Sin embargo, en las últimas semanas atendieron a más de 13 mil migrantes que venían en la caravana migrante desde Honduras.
“Empezamos a coordinar entre nosotros como misioneros, también con asociaciones de la sociedad civil desde el día que supimos que ellos salieron de Honduras. Estábamos advertidos que iban a venir, pero no habíamos dimensionado el volumen”, comentó Carol Girón, coordinadora regional de políticas y programas de los misioneros scalabrinianos.
A través de la Pastoral, la Casa del Migrante en Esquipulas dio la primera atención a los migrantes hondureños. Comenzaron a coordinar y un equipo de 13 personas se reunió de emergencia. El 16 de octubre, recibieron unos 500 migrantes.
Lo primero es registrar a todas las personas. Luego, una psicóloga los atiende y les explica lo que la casa les ofrece. “El registro es importante para saber cuántos son, pero lo que interesa es la atención directa: que coman, que tengan higiene y buscar un espacio donde se puedan quedar”, comentó Girón.
A pesar de que el equipo no estaba preparado para la caravana, se organizaron en comisiones. “Ya teníamos dispuesto lo básico. Las hermanas trajeron pizza, pedimos pollo, empezaron a venir los vecinos con panes con jamón y con frijol. No nos ha faltado nada, nos han traído suficiente”, agregó la coordinadora.
“Nadie está preparado para una emergencia, pero con todo el trabajo y la logística hemos dado una respuesta positiva para que pudieran recibir una atención humanitaria”, agregó Verzeletti. El sacerdote explica que a todos los migrantes se les brinda alimentación, hospedaje, atención médica y orientación legal para solventar su situación, así como brindarles información sobre sus derechos como migrantes.
Que las personas se sientan en casa es su misión
En todas las casas, los voluntarios, directores, religiosos y familias se han unido para servir a los migrantes que llegan diariamente. “Nuestra misión es hacer que se sientan en casa, sentirse bienvenidos”, mencionó Girón. Para los refugiados, no existe tiempo límite para irse. Sin embargo, cada caso se evalúa independientemente para determinar cómo ayudarlos. Incluso, durante el día, los ocupantes deben salir a buscar empleo para pagar el resto de su viaje.
“Logramos un nivel de empatía con la población. Por ejemplo, les dijimos que todos iban a servirse comida una vez y que si se quedaban con hambre, podían servirse de nuevo. Eso les encantó”, agregó Girón. Además, los migrantes podían escoger su ropa y zapatos que los guatemaltecos donaron a la causa.
Las casas del migrante fueron las únicas que respondieron a la emergencia y atendieron a los caminantes. Formalmente, la casa ubicada en la zona 1 no recibió apoyo de instituciones del Gobierno. Recibieron ayuda de la UNICEF, Catholic Relief Services, Cruz Roja, familias y organizaciones de sociedad civil.
“Es necesario que otros activen albergues y que quienes tienen experiencia en emergencias, asuman el liderazgo. Los migrantes también deben ser atendidos como emergencia”, mencionó Girón. La casa no puede cerrarles la puerta a los migrantes, sin embargo, deben dejar claro que aunque no tengan un espacio suficiente para todos, sí tienen un techo para albergarlos.
La misión de los scalabrinianos
La Congregación de Misioneros de San Carlos Borromeo, conocidos como scalabrinianos, es una organización de la iglesia católica, fundada en 1887, por Juan Bautista Scalabriniani. Su misión es atender y ayudar a migrantes y refugiados políticos en todo el mundo. Las misiones están presentes en 32 países.
El sacerdote brasileño, Mauro Verzeletti, considera que la violencia y pobreza que causan la migración forzada se debe a la carencia de políticas públicas para el desarrollo humano. “Por ejemplo, con esta caravana, los Acuerdos de Paz quedaron sepultados. Es necesario que en la ruta de este éxodo se les brinde atención humanitaria”, mencionó.
En Guatemala, las casas trabajan con laicos y personas que han apoyado desde su fundación. “La comunidad es pequeña, somos cinco sacerdotes”, agregó Verzeletti. El sacerdote ha dedicado su apostolado a defender la migración y denunciar las injusticias sociales que la causan. “Las personas nunca son un problema. Salen de sus países porque existe un sistema de mercado que impide que esas personas se desarrollen dignamente”, mencionó.
En Guatemala, de cada 100 personas, 91 migran por su condición económica. Otras causas incluyen reunificación familiar, conflictos familiares, violencia general, desastres naturales y otras razones no especificadas, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones.
Fotos: Osman Velásquez.