Nos conocimos hace ya cinco años y desde el día en que la vida nos juntó no hemos dejado de hablar ni un solo día. Al principio, ambos teníamos pareja, así que nuestras pláticas solían ser sobre las peleas o ilusiones de cada uno de nuestros noviazgos. A mí nunca me dejó de sorprender cómo cada vez que le comentaba sobre las peleas entre mi ex pareja y yo, él tenía siempre la respuesta correcta. Aún en los momentos de mayor tristeza y enojo supo ser mi consuelo. Y sí, en casi todas las ocasiones encontré mucho más apoyo en mi mejor amigo que en mi ex novio.
Recuerdo una vez que tuve un ataque de ansiedad y lo primero que hice fue llamarlo, pues es una persona que transmite tranquilidad y serenidad. Eran las tres de la tarde, lo cual sugiere que estaba en plena jornada laboral. Él sabía que era capaz de controlar esos ataques, pues acababa de enfrentar una situación difícil y esto me sucedía de forma frecuente. Sin embargo, salió del trabajo y llegó hasta donde yo estaba. Sin decir una sola palabra, se sentó y me abrazó. Calmó mis miedos y ansiedad.
Y así, con estos pequeños detalles se convirtió en mi fortaleza cuando a mí me hacía falta. También, cuando las cosas salían bien, él era al primero que llamaba.
Creo que en la vida no hay coincidencias y es increíble cómo en los momentos que más lo necesité, siempre estuvo presente. Pero, él ha sido mucho más que un apoyo para mí. Es esa persona valiente que me ha dicho la verdad a la cara siempre, que ha tenido el valor de corregirme cuando no he hecho bien las cosas y que sobre todo me ha enseñado tanto.
Siempre he sabido que es un gran hombre y le quiero con todo mi corazón. No es el hombre más guapo que he conocido, pero, es increíble como su nobleza y la forma en la que ve y vive su vida ha conquistado mi corazón de maneras inexplicables e inesperadas. Supongo que quienes me advirtieron repetidas veces que entre hombre y mujer no existe la amistad podrán regocijarse.
Pero yo no era consciente del tipo de cariño que le tenía hasta que me llamó un día y confesó que estaba pensando pedirle matrimonio a su novia.
La vida se me hizo pedacitos.
Me imaginé mis días sin él y la angustia me inundó. Lo felicité y decidí callar lo que sentía. Siendo una de las personas que más felicidad le ha dado a mi vida no podía ser la causa de infelicidad en la suya. Así que decidí no decir nada y hasta la fecha se ha cumplido.
Me fui del país por estudios y aún recuerdo vivamente el día en que me despedí de él. Fue quizás la noche en la que menos hablamos y tan solo nos mirábamos y repetíamos una y otra vez “te voy a extrañar”. La noche debía acabar, así que me llevó a mi casa. Se bajó del carro, me miró, abrazó y lo escuché luchar contra sí mismo por controlar el llanto.
Me dio un beso en la mejilla, se volteó y me dijo que se quedaría esperándome a mi regreso.
Al estar fuera hay muchas cosas que se extrañan, pero nunca imaginé que él sería una de las que me hace falta, mucho más que otras. Hablamos todos los días, pero cada vez menos. Cada vez sé menos de su vida y él de la mía. Y hoy no he podido evitar llorar después de darme cuenta que lo estoy perdiendo.
Quisiera decirle que lo quiero y que a veces me cuestiono si mis sentimientos por él son mucho más que eso. Aunque tiene muchos defectos, no puedo evitar pensar qué afortunada sería de tener a un hombre como él en mi vida. Las veces que alguien me ha preguntado qué buscó en un hombre, lo describo a él.
Estoy confundida y aunque quisiera explicarle lo que pienso y siento, sé que no puedo confundirlo a él.
Relato de: Paulina, una chica de 31 años que hasta hace un par de meses residía en Argentina.