Actualmente, tiene 72 años de edad y trabaja como parte del equipo de mantenimiento en la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala. Su carrera comenzó cuando rondaba por los 16 o 17 años. Se retiró cuando tenía 42, pero su legado ha dejado una huella profunda en el atletismo nacional e internacional.
Carlos Cuque López es un referente de las carreras. En este 2018, fue homenajeado en la Max Tott en su edición 81, por ostentar uno de los mejores tiempos de la historia y dio el banderazo de salida en el evento más esperado por los runners.
Comenzó participando en las carreras de pequeño alcance en Aldea El Porvenir, ganó algunas de ellas y su vida cambió por completo. Llegó como ayudante de albañil a un proyecto en la zona 15 capitalina. No utilizaba transporte, corría de ida y vuelta a casa todos los días y así se enamoró del deporte.
El maestro de obra con el que trabajó en aquel entonces confió en él. Lo motivó para que corriese un evento nacional. Recuerda con especial cariño cuando su jefe le decía en repetidas ocasiones que tenía las condiciones para ser un gran deportista. Cuque se desafió en una carrera del Parque Central al Puente El Chato, en ruta al Atlántico.
Ser novato no fue impedimento para destacar. Se coló entre los primeros cinco competidores y por su falta de técnica le ganaron “por un pecho”. Sorprendió, se convirtió en la noticia del país y su rostro figuró en las portadas. Con ese antecedente llegó a la Federación Nacional de Atletismo, en donde le dieron el espaldarazo y recibieron con algarabía.
Su primer competencia oficial fue en Jalapa, durante una feria. Viajó con la selección nacional y participó en el circuito de cinco vueltas. Por recomendación de su jefe, fiel seguidor del atletismo, se exigió al máximo en el tramo final y se coronó campeón por primera vez. Allí comenzó a viajar y darse a conocer.
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La competencia más dura en la que figuró fue en los Panamericanos de Colombia en 1971. Estuvo entre los mejores disputando un lugar y recuerda como el roce de sus zapatos directo con los pies le provocó serias heridas.
Su hermano, Aureliano fue reconocido por ganar dos vueltas a Guatemala de ciclismo. Este le regaló a Carlos una bicicleta. Le tenía mucho cariño y respeto. Siempre escucha por la radio los logros de su hermano. En un entrenamiento, Carlos sufrió un fuerte accidente en el que se golpeó la cabeza y perdió su herramienta de trabajo.
Agarré mis tenis y volví al atletismo, en el que gracias a Dios vi muy buenos resultados a nivel nacional e internacional.
Cuque no tiene la cuenta exacta de cuántas medallas ganó, pero ríe cuando recuerda los premios que daban en aquel entonces. “Uno competía no por el dinero, porque no daban nada bueno, lo hacía por representar a Guatemala. Era un orgullo defender a la patria, puro amor”, asegura.
Aunque sus hijos han practicado el deporte, ninguno lo tomó como profesión. El mayor, llamado Aroldo intentó hacerse fama en el ciclismo. Logró premios como ganador de metas volantes y pruebas de montaña, pero el costo del deporte no le permitió continuar ese camino.
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El exatleta sonríe cuando recuerda lo mucho que disfrutó ganar las carreras. Ostenta los tiempos 1 hora con 02 en media maratón, justo en la Max Tott y 2:19 en la maratón a nivel centroamericano. Su nombre aún rebota por la escena con brillo propio.
Siempre sentí mucho coraje, amor y orgullo subiendo a los podios. Siempre he llevado a Guatemala en el corazón y por eso corría. Mi última competencia fue cuando tenía 42 y aún trato de participar en algunos eventos, aunque ya no por premios debido a mi edad.
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Fotografía de portada archivo/Diario AS