Sus deseos eran incontrolables, de repente sus apetitos carnales venían como de la nada, no sabía qué hacer, era como sentir sed, una necesidad que no podía detener. ¿Cómo empezó? Ni siquiera él sabe, pero su frase favorita es de la actriz estadounidense Marilyn Monroe “el sexo forma parte de la naturaleza, y yo me llevo de maravilla con la naturaleza”.
Él prefiere mantener su nombre en el anonimato, le llamaremos Raúl Arriaga. Nos conocimos 5 años atrás, él era mi vecino, es un hombre de 1.65 metros, piel clara y tiene barba. Siempre fue el soltero codiciado de la zona, ama los carros y la velocidad, trabajaba en un call center y su tono de voz era profunda como sus secretos.
Nunca noté nada fuera de lo común en su actitud, aunque tenía un temperamento bastante fuerte, aún vivía con sus papás, todo parecía normal en él. Recuerdo una ocasión en la que encontré en su carro una serie de libros de la autora Jodi Ellen Malpas titulados: Seducción y confesión. La historia es encantadora, pero las escenas de sexo son descritas de manera muy realista.
Raúl me tomó de la mano y me dijo: “Tengo un problema, soy adicto al sexo”, ante esta declaración me quedé atónita y no supe qué responder, solo dije ¿cómo pasó?
Un equipo de psicólogos y psiquiatras de la Universidad de California ubican el desorden hipersexual como un tipo más de trastorno de la salud mental.
Algunos de los síntomas que reúnen los adictos al sexo incluyen:
• Patrón repetido de fantasías sexuales.
• Recurrir a la actividad sexual en respuesta a estados de ánimo como el estrés o la depresión.
• No consiguen tener éxito en sus intentos de reducir o frenar su actividad sexual cuando se dan cuenta de que esta es problemática.
“Mucha gente usa el sexo de vez en cuando para escapar del estrés, esto es algo normal. El problema es que para estos pacientes se trata de una conducta constante, que se intensifica hasta tal punto que el deseo sexual controla todos los aspectos de sus vidas y además se sienten impotentes en sus esfuerzos por cambiarla”, explica Rory Reid, uno de los autores del trabajo, que se publica en la revista Journal of Sexual Medicine.
Estos síntomas eran recurrentes en la vida de Raúl, lo sabía porque nos teníamos confianza. Poco tiempo después fui conociendo más cómo él manejaba su adicción. Una noche, luego de que saliéramos del cine me pidió que por favor me regresara en un taxi, me sorprendió y en cuanto bajé las escaleras logré ver como él besaba apasionadamente a una chica que jamás había visto.
Cabe mencionar que él es un conquistador innato. Parecerá escena de Fifty shades of Grey, pero él tiene un cuarto (no rojo) dedicado para “satisfacer sus necesidades de hombre” y aunque no tiene látigos esa habitación tiene escrito “sexo” por doquier.
Su adicción es tal que hace dibujos a lápiz sobre las mujeres y escenas que ha tenido, imágenes demasiado explicitas que van desde su mano acariciando la entrepierna de alguien hasta el clímax del acto.
En varias ocasiones, me ha llamado llorando por no poder controlar “su animal interno” y cuando intento ayudarlo me dice de manera, un tanto sarcástica, que entre vivir con o sin sexo él prefiere quedarse con ello.
Actualmente, vive con alguien lejos de la ciudad, dice que “ahí puede hacer todo lo que quiera”. Los psicólogos indican que la adicción al sexo puede estar relacionada con una anormalidad bioquímica o a las lesiones en la corteza prefrontal medial del cerebro, lo que da lugar a comportamiento sexual compulsivo.
No quiere ser ayudado, quiere conseguir quien lo complazca, dice que “no hay nada mejor que ver a una mujer en un orgasmo”, él se considera experto en la materia y que nadie puede “hacerlo como él”.
“Empezó cuando cerré la puerta del cuarto, me acerqué a ella temblorosa y nerviosa, besé su cuello y sus labios, cuando inicié a quitarle los botones de su blusa y besé su pecho, ella de repente me arrancó la camisa y desabotonó mis pantalones. La acosté en la cama, acaricié su entrepierna, ella gritó complacida y yo inicié con la obra maestra”. Raúl Arriaga, extracto de una de sus tantas páginas de diario dedicadas a sus aventuras.