“Una gota bastó para empezar a tomar, conforme el tiempo transcurría nada más pasaba en mi mente. El alcohol se volvió parte de mi vida”. Linda
*Linda, nombre que le pondremos a la protagonista de este relato, para la protección de su identidad. Ella nos cuenta cómo inició su adicción por culpa del jugoso y apetitoso sabor del ¡alcohol! Cuando eres adolescente las fiestas son muy comunes en tu diario vivir, pasarla bien, conocer gente y tener las mejores experiencias es lo que quieres.
Linda sabía que esa noche iba a ser la mejor de su vida, es lo que piensas a los 14 años cuando tus papás te dejan ir a tus primeras fiestas. La velada empezó, todo parecía estar bien, hasta el momento en que sus amigos empezaron a ingerir alcohol. “En ese instante me pareció algo divertido y quería experimentar algo nuevo”, expresa. Esto sin saber que ese primer trago iba a cambiar toda su vida.
Todo cambió
Así empezó todo, a los 17 años con las siguientes salidas ya no eran “sanas” porque su principal objetivo era conseguir alcohol e ingerirlo. “No importaba dónde, solo queríamos pasarla bien”, dice la joven. Los años transcurrieron, fiestas, fiestas y más fiestas, por supuesto nunca hacía falta el “elixir” que los ponía de un humor “magnífico”.
“Sin darme cuenta mi vida había tomado un rumbo distinto… lo único que quería era tomar”, recuerda Linda. Toda una adolescencia desperdiciada, que en ese momento, ella no se había dado cuenta hasta que la intoxicación y los problemas de salud empezaron a pasarle factura.
“Me di cuenta que no valía la pena, ya no quería tomar, pero… no podía dejarlo”. “En ese preciso momento sabía que algo estaba mal conmigo, mi salud, mi estabilidad emocional, todo, sabía que era alcohólica”. Relata Linda.
Un nuevo inicio
A los 22 años empezó su rehabilitación, la decisión más certera para cambiar el rumbo de su vida. “Ya no quería ese vicio, darme cuenta de todo el tiempo desperdiciado”, “dejé de disfrutar momentos únicos con mis seres queridos, todo por querer jugar a la niña grande”, lamenta la entrevistada.
Actualmente, ha salido de la rehabilitación y se ha dedicado a tener una vida saludable, “uno tiene que tener fuerza de voluntad, porque la tentación puede regresar”. Un trago que empezó como un experimento se convirtió en su peor pesadilla. “Si pudiera regresar el tiempo, no hubiera tomado ese licor. pero uno no puede cambiar el pasado, esto me ha servido para valorar más la vida y poder ayudar a más jóvenes a que tengan conciencia que todo en exceso puede tener grandes consecuencias”, enfatiza Linda.
Alcoholismo
Con datos estadísticos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año se producen 3.3 millones de muertes en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol, dentro del rango de 20 a 39 años, un 25 por ciento de las defunciones son atribuibles al consumo de alcohol. Los traumatismos mortales atribuibles al consumo de alcohol tienden a afectar a personas jóvenes.
En Guatemala, existe una organización que brinda la ayuda a la enfermedad, es Alcohólicos Anónimos (AA), que según la última estadística existen mil grupos a nivel nacional y membresía activa de aproximadamente 15 mil 961 personas. La tercera parte tienen menos de 30 años.
Así como Linda, hay muchos jóvenes que día a día están luchando por salir adelante y han dado el paso más grande hacia una nueva vida.