De niño aprendió de la comida en la mesa de su mamá. En Esquipulas, donde los machos van a lo suyo y las mujeres a lo de ellas, Jorge Paredes tenía un amor secreto, una pasión que a nadie podía contarle. Él quería cocinar y los platillos dulces eran su sueño.
Sus días pasaban en una oficina de venta de boletos de lotería, nada más alejado de lo que quería. “Sesenta meses fue lo que aguanté”, asegura Paredes. Con 24 años y luego de haber recibido un curso de cocina en el INTECAP de Chiquimula, tomó sus cosas y se vino a la capital para convertirse en repostero.
Junto a los estudios llegaron las prácticas supervisadas y de pronto se encontró aprendiendo a elaborar pasta y luego pizzas. “Aprendí a hacer la masa y luego las pizzas, aunque no tenía idea cuando empecé”, recuerda.
“Comprendí cómo hacer la masa, la conexión que hay entre estirarla y cortarla, pues el empasto debe tener dos días de levitación y para estirarla no se usan utensilios, solo las manos”, cuenta Paredes.
Frijoles y pizza
Así, entre vueltas, esfuerzo y dedicación, de a poco fue ganando beneficios. De ayudante pasó a encargado y luego a ganar un concurso que lo llevó a conocer buena parte de Italia.
Fue durante la segunda edición del concurso de pizzas, organizado por la Cámara de Comercio Italiana en Guatemala (CAMCIG), que el mundo de Paredes se abrió. Mientras hacía sus prácticas, una invitación para participar en un concurso llegó a las oficinas del restaurante donde aún trabaja.
“Era el certamen de pizzas y no tenía los Q200 para pagar la inscripción, pero mis compañeros del restaurante me ayudaron y logré inscribirme”, añade Paredes.
“Estaba haciendo el almuerzo para los empleados del restaurante, cuando se me vino la idea de la pizza con la que debía concursar”, explica. La pizza que le dio el triunfo contra los otros 20 concursantes fue una muy cercana a su corazón: frijoles, y por lo que el sabor chapín fue la clave.
Así llegó el día del concurso y superó la primera etapa, donde todos elaboraron una pizza Margarita. Paso en el último lugar a la segunda fase, donde reveló su receta secreta. Sin más, se aprestó a cocinar en el horno de leña y una hora después el anuncio de los jueces lo declaraba campeón.
“El fagioli, los embutidos y los vegetales me dieron el triunfo; casi no lo podía creer, me iba a Italia”, comenta Paredes.
¡Arrivederci, Guatemala!
Como parte del premio, el ganador se iría de viaje a Florencia para especializarse en cocina italiana. Además, un curso intensivo de dos semanas para aprender italiano.
El sueño de Paredes se cumplía, pues iría al lugar de las mejores pizzas a conocer la mejor cocina y por primera vez se subiría en un avión.
Luego del curso de italiano, trabajó durante dos meses en un restaurante de Fiumalvo, en Modena.
De una anciana aprendió a preparar salsas, conocimientos y mezclas de cocina italiana tradicional. Luego era tiempo de conocer y así empezó una aventura que lo llevó por más de la mitad de la “bota”.
En los primeros días de enero, la CAMCIG volverá a convocar al concurso de pizzas y en abril será la tercera edición del certamen que se llevará a cabo en Cayalá. ¡Y quién sabe de qué rincón de Guatemala saldrá otro chapín listo para conocer el mundo y probar los sabores de la cocina más famosa del planeta!