Los guatemaltecos pasan por momentos difíciles, años pasados con tragedias naturales han dejado marcadas las vidas de miles. Además, de las muertes, asaltos, violaciones, corrupción y una lista que se hace cada vez más larga. Por ello, muchos optan por alimentar su necesidad de creer, de tener fe en las personas o en una religión, algunas veces solo como vía de escape.
La definición de necesidad es la carencia de un elemento que resulta indispensable para vivir en bienestar corporal y espiritual.
En este momento entran las promesas de resolver esa necesidad y la cual se intensifica “casualmente” en época electoral. Cada vez es más común escuchar los planes de candidatos invocando el nombre de Dios para que los ilumine y así cumplir con su deber.
Para la segunda vuelta electoral en el país participarán Sandra Torres y Alejandro Giammattei. Los candidatos no desaprovechan la oportunidad para mostrarse afines a la religión, máxime que saben que el campo de posibles votantes es amplio. Según Prodatos en 2016 se estimaba que el 45 por ciento de los guatemaltecos eran católicos y el 42 por ciento evangélicos.
Discursos como: “Básicamente me quiero enfocar en el error más grande que he cometido en mi vida, que ha sido apartarme de Dios. Pero gracias a dos amigos que hoy me pastorean, pues me volví a encontrar con Dios… le logré entregar mi corazón a nuestro señor Jesús”, dijo Torres durante un debate presidencial cristiano.
En ese mismo debate, Giammattei dijo que para los creyentes, a Dios se debe hablar de errores con testimonios, el suyo, recriminar cuando le diagnosticaron su enfermedad y que lo llevó a un intento de suicidio. Ambos, se han reunido con grupos religiosos, para discutir temas previo a la segunda vuelta.
Ello, a pesar que en el Reglamento de la Ley Electoral y de Partidos Políticos establece en el Artículo 67 la prohibición de toda forma de propaganda, valiéndose de creencias, actividades religiosas o invocando motivos de religión, que influya en los ciudadanos a que se adhieran o se separen de partidos políticos, comités cívicos electorales o candidaturas determinadas.
Estado Laico
Significa que desde el punto de vista jurídico, no habrá una religión o credo oficial en la Constitución Política de un país. En Guatemala, no existe una religión oficial, tampoco se establece concretamente una prohibición de los funcionarios de no referirse a temas de fe.
El artículo 36 de la Constitución Política de Guatemala establece: Libertad de religión. El ejercicio de todas las religiones es libre. Toda persona tiene derecho a practicar su religión o creencia tanto en público como en privado, por medio de la enseñanza, el culto y la observancia, sin más límites que el orden público y el respeto debido a la dignidad de la jerarquía.
Uno de los políticos que más ha usado el tema de la religión, dentro de su gestión, es el presidente Jimmy Morales. El mandatario ha participado en reiteradas ocasiones en actos religiosos. En 2016 fue noticia al llorar durante uno de ellos donde mencionó: “No es la primera vez que lloro preocupado por mi país”.
Morales, en casi todos sus discursos menciona a Dios, “Gracias a Dios, en Guatemala no hay reelección”, “Dios tendrá algo lindo para ganarme la vida” y “Dios mediante van a ser elecciones libres, no intervenidas”, algunas de ellas.
Además, del actual presidente, hay otros exmandatarios que se han visto relacionados con religiosos. El nombre de Cash Luna resonó en un juicio contra Roxana Baldetti, en el cual el pastor le había pedido una bandera de aproximadamente Q430 mil, dinero que habría provenido del supuesto saqueado al Estado.
Baldetti y otros funcionarios han resaltado su “cercanía” con la religión. Sin embargo, algunos de ellos están siendo señalados por actos de corrupción, el más reciente es Estuardo Galdámez, quien se arrodillaba mientras oraba cuando era candidato presidencial. Actualmente, tiene una solicitud de antejuicio por temas de corrupción entre 2012 y 2014.
Ante esta combinación de religión y política resalta la pregunta ¿de qué sirve ir a la iglesia si luego vuelvo a pecar?
El Papa Francisco dio una respuesta a la pregunta en 2018. “Si voy a la Iglesia para hacer la finta de que soy una buena persona, esto no sirve. Si voy a la iglesia porque me gusta escuchar la música o porque me siento bien, no sirve”, mencionó el Santo Padre.
Los pecados del funcionario
José Ramón Chaves y José Manuel del Valle hablan de los principales defectos de los trabajadores públicos en su libro titulado Los diez pecados capitales de los empleados públicos. Dichos pecados serían los errores que cometen los funcionarios al momento de obtener el cargo, los cuales son:
- Soberbia. Pasé la oposición y soy dueño y señor de mi plaza, además del desvanecimiento de la modestia.
- Avaricia. Crecer en el sentido de ganar más dinero, tener más poder o mandar más.
- Ira. El dedo del político es el que decide su futuro, surgiendo los enfados al no poder ensañarse con el de arriba, lo hace con el de abajo.
- Lujuria. La atracción no solo por el sexo opuesto, también por tener el mejor despacho, el mejor celular, el mejor automóvil.
- Envidia. Sentimiento que nace cuando no son tratados igual por la ley o por sus superiores.
- Gula. Aquel apetito por querer siempre más, más comisiones, más vacaciones, etc.
- Pereza. El retraso de trámites responde a un imperativo legal.
- Intransigencia. El ciudadano quiere algo específico, el funcionario aplica la ley y entonces se le ve como una persona poco solidaria.
- Frivolidad. El clásico “a mí me da igual que se haya acabado el plazo”; “esto no lo llevo yo, sino fulanito”.
- Oportunismo. Ascender en la administración pisándose unos a otros.
Una frase común entre los creyentes es “el que peca y reza empata”, sin embargo esto no cierto, ya que según Catholic.net una oración más un pecado no es igual a ningún pecado. Hay que recordar que dentro del catecismo católico hay pecados como “no robarás”, “no mentiras” y “no usarás el nombre de Dios en vano”.