La mejor manera de entender el papel del cristianismo en la sociedad es estudiando los documentos históricos antiguos como la Biblia. ¿Cómo debería comportarse un cristiano frente a personas que no creen y profesan otras culturas y religiones? La respuesta está allí.
Al ver cómo Jesús transformó a Zaqueo, el jefe de los recaudadores de impuestos corruptos, en una persona honrada dedicada al servicio de los demás; conocer el cambio de vida radical de María Magdalenala transformación de un asesino de cristianos, Saulo de Tarso, a uno de los principales autores del Nuevo Testamento, Pablo, son pruebas reales que nos demuestran todo lo que Jesús puede hacer en nuestras vidas.
Es allí donde debemos reparar. No es juzgar a otras personas. No en calificar cuán buenos o malos son. No en procurar que sean de una u otra etnia o religión. No está en sentirte superior a los demás ni en obligarlos a ser como tú. Reparamos en lo que Dios ha hecho en nosotros y seguirá haciendo, si se lo permitimos. Bajemos la guardia y cambiemos de la cultura de la culpa hacia la cultura de la restauración y la redención, empezando por nosotros mismos y nuestro mensaje.
El Nuevo Testamento con sus numerosas evidencias que lo respaldan como documento histórico confiable revela en cada una de sus páginas el amor hacia quienes son diferentes, a quienes piensan distinto. Incluso, amor hacia los propios enemigos. Ese es el mensaje que deberíamos estar viviendo.
.
.
.