Porque si Gladys hubiera nacido en Alemania tendría educación de calidad gratuita; su mamá, un trabajo digno y políticas públicas que no les permitieran pasar penas. Mucho menos desperdiciar el talento que tiene como deportista.
Pero Gladys nació en Guatemala, una nación pobre y llena de injusticias, donde el deporte no es la prioridad y los jóvenes talentos tienen que ver cómo sacan dinero para solventar sus propios entrenamientos.
Gladys, la chica alta, morena y de ojos negro azabache, está postrada en una cama y con quemaduras en gran parte de su cuerpo porque se vio obligada a trabajar a sus 15 años. Era una joven a quien le apasionaba el deporte y como medio de subsistencia buscó trabajo en una taquería donde le explotó un tambo de gas.
No sabe si volverá a correr, tampoco si volverá a ser la misma jovencita aferrada a su juventud. Como sociedad, aportar para su mejoría es casi obligatoria. No podemos dejar ir a Gladys, debe ser un compromiso para nosotros que cumpla su sueño.
Dejar ir a Gladys es dejar ir a cualquier jovencita de 15 años que tiene sueños y anhelo de cumplirlos. Pienso en mis hijas cuando tengan esa edad, pienso en mis sueños cuando tenía esa edad.
El sueño de Gladys era ir a Zacapa, a una competencia, y trabajar en una taquería le permitiría cubrir los gastos. Era su primer día de trabajo, pero debido a una fuga de gas se le quemó gran parte del cuerpo.
En el Hospital Regional de Escuintla, su mamá, Mildred Johana Tellez Morán, entre lágrimas da declaraciones a la prensa. Ella afirma que guarda la esperanza de que su hija se recupere.
Mildred Johana es madre soltera y debe solventar una serie de gastos. Ha explicado a los medios que tuvo que suspender su venta de golosinas en una de las escuelas donde la tenía.
Dentro de la lista de necesidades que solicitan para resguardar la salud de Gladys, se encuentran: repelentes para insectos, pañales y sueros, que forman parte de los insumos para su recuperación.
Este domingo 9 de febrero no fue sometida a tratamiento en la cámara hiperbárica.