Sé que estás en un mejor lugar y que podrás sentir en el más allá mis palabras. Quiero agradecerte, abuelito, por la Navidad que dejaste grabada en mi corazón.
Por ser esa fantasía detrás de los regalos, por tu voz detrás del teléfono fingiendo que eras Santa Claus, por priorizar en cada Navidad la oración antes de los regalos.
Quiero agradecerte hoy, en esta Nochebuena, esa Navidad que nos dejaste a pesar de la tristeza de la primera que pasamos sin ti.
Hoy, mis hijas están a la espera de la llamada de Santa; sé que detrás de ese teléfono estás tú, porque está tu espíritu cautivando nuestros corazones por preparar la Nochebuena, la noche de paz y de amor.
Gracias a ti, abuelito, hoy canto alrededor de un nacimiento que retrata la llegada de Jesús en la Tierra.
Los mejores recuerdos de mi infancia son de Navidad. La Navidad donde estabas tú, donde cantábamos y tu fantasía as alrededor de un personaje inverosímil a los ojos de cualquiera que no fuera un niño.
Años más tarde comprendo la ilusión que sentimos los adultos cuando los niños alcanzan la cúspide de la fantasía y creen en lo increíble.