Son las seis de la mañana y Santiago Romeo Hernández, el Capi, está ahí, como cada mañana, de pie frente a su pasión, delante de ese rectángulo verde dividido por una red. Nunca está solo, le acompaña su raqueta, que también es su amiga y unas cuantas bolas verdes fluorescentes, las que acaricia, previo a rebotarlas contra el suelo.
El Capi entrena a niños y a principiantes desde hace medio siglo y su discapacidad a consecuencia de un problema vitalicio en la columna vertebral no han sido un obstáculo.
Mientras calienta, espera con paciencia a su próximo estudiante, que podrá ser un niño o un adulto principiante, para él eso no es importante, pues lo que realmente valora es enseñar esos primeros drives (golpes de derecha) y esa medias voleas.
Cincuenta años de enseñanza
Ha transcurrido media década desde que el Capi comenzó a entrenar en el deporte. “Empecé en 1968, años después de que jugué en Xela (Quetzaltenango) y en Antigua Guatemala”, recuerda el septuagenario nacido en Huehuetenango, el 30 de diciembre de 1946.
Está próximo a cumplir 73 años, pero tiene la vitalidad de un adolescente. “Se mantiene muy activo y es muy bueno con los niños”, dice Juan Carlos García, quien frecuenta la Federación Nacional de Tenis, en la zona 5 de la capital desde hace ocho años.
La rutina del Capi inicia mucho antes de que el sol se insinúe por el este. Se levanta a las 3:45 horas y alrededor de 50 minutos más tarde ya va en el bus que lo lleva de ciudad Satélite, Mixco, a la Terminal de la zona 4. Posteriormente, aborda otra camioneta que lo deja cerca del Banco de Guatemala y camina, con la dificultad acostumbrada, rumbo a la sede de la Federación Nacional de Tenis, en la zona 5.
Así es cada mañana desde hace medio siglo. “Aunque tiene dificultades para caminar, el Capi, siempre está puntual y con la mejor actitud para enseñar a los nuevos semilleros de este deporte”, dice García.
El Capi recuerda sus tiempos de juventud con añoranza y alegría en simultáneo. “Yo competí en diferentes categorías, desde la de novatos hasta las mayores, he extraviado muchas de mis medallas y los diplomas”, dice Hernández, quien asegura que el secreto para mantenerse en forma es haber practicado deportes durante toda su vida.
“No solo he jugado tenis, sino también practiqué fútbol y básquetbol. Siempre me ha gustado el deporte, es mi motor, es lo que me fortalece”, asegura y aunque reconoce que últimamente se ha tenido que ayudar de un bastón debido a que padece de un dolor muy fuerte en el nervio ciático, dice que continuará como entrenador hasta que le den las fuerzas.