Hace dos años escribía en este mismo espacio un blog titulado: Busco colegio que no juegue al mercadito con mi hija. Quizás es uno de mis escritos más leídos, más aceptados y más odiados al mismo tiempo.
Antes de que se sientan ofendidos, quiero que sepan que esto se debe a una opinión personal. Es la forma en la que, nosotros con mi esposo, queremos educar a nuestras hijas, nadie aquí dice que es la mejor. Pero, estos son mis puntos a discutir sobre esta actividad:
Escena 1:
Aquí me tienen preparando unas dobladas para la actividad del mercadito del colegio de mi hija. Sigue en pie lo que pienso de esta actividad: trenzar a las niñas y pintarles bigotes a los niños y ponerles un pañuelo en la cabeza me parece una forma de darles un mensaje equivocado en una edad de aprendizaje tan sensitiva. Los indígenas no están en el mercado, no es apropiado vestirse así para hacer esta actividad.
El traje se porta únicamente para degustar comida típica guatemalteca, pero el día de los talentos o el día de las profesiones no piden que lleguen vestidos de indígenas, porque para eso, esa vestimenta no aplica, supongo.
En algunos colegios los ponen a comer en el suelo. La connotación es muy fuerte y no estoy de acuerdo con enviar ese mensaje a los niños tan pequeños: “Se visten de traje indígena para comer comida típica”. Y qué decir de los comentarios que se escuchan cuando los visten: “Ahhh bella mi indita”, “indio precioso”, “miren esta indita”.
Entonces, al seguir con mi escena, estoy tratando de preparar una rica receta para que se vendan mis dobladas. Pensaba hacerlas de papa y chicharrón, pero quiero que sean deliciosas y que la clientela del mercadito pida más y yo tenga que decir: “Ya no hay”. Entonces, las haré de pura carne.
Mi esposo, más práctico, me dijo que las encargáramos, pero ¡no! Es una ofensa para mí. Amo la gastronomía de esta época y hacerlas es un reto culinario que quiero enfrentar con emoción.
Hace unas semanas llegó la nota del colegio. Sabía que el momento había llegado para poder reclamar y argumentar por qué esta actividad no es una práctica que nos gustaría que nuestra hija replicara.
Pero, para mi sorpresa la nota era clara: para la actividad del mercadito queda prohibido venir vestidos con traje típico.
Mi corazón de madre se emocionó, sabía que había encontrado el colegio ideal para mi hija. Entonces, me encaminé a prepararnos para la actividad y participar.
Septiembre es un mes hermoso, es la oportunidad que tenemos de incentivar a nuestros hijos el amor a la patria. Hace dos años, en el blog que escribía con el mismo tema citaba a Victoria Tubin, socióloga y docente de la Universidad de San Carlos de Guatemala, que califica a esta práctica racista y de burla para el pueblo indígena.
Tubin, que también cuenta con una Maestría en Educación para el Desarrollo, cuestionaba si trenzar a las niñas y pintarles un par de bigotes en la cara a los niños es una acción de auténtico civismo.
“No es malo que los niños coman lo que se produce en Guatemala, pero ¿por qué se tienen que vestir así para comerlo?”, se cuestionaba la profesional en ese entonces.
Necesitamos ciudadanos comprometidos con el país y que desde pequeños amen y respeten la tierra que los vio nacer.
Si te quedó curiosidad y quisieras leer el blog que escribí hace dos años pulsa aquí.