A veces me despierto sintiendo que los guatemaltecos estamos atrapados en múltiples limbos paralelos, controlados por una poderosa pandilla. Banda del crimen organizado a la que no le importa el futuro de nadie y cuya única premisa es la de llenarse los bolsillos a costa de nuestro trabajo y, más terrible aún, de nuestras vidas. Tanto el que tiene, como el que no, va sin control sobre una barca cargada de pesadas incertidumbres que no tienen solución a corto plazo. Lo curioso es que la ciudadanía se ha subido por su voluntad, en el endeble cayuco, poniendo en las manos de Dios su suerte.
La debilidad mental de muchos de los que poseen acceso a las redes sociales es notable. Los usuarios encontraron en los memes la salida a su frustración y como borregos multiplican tanto noticias falsas como verdaderas, sin poder distinguir una de otra. El buen humor no es el inconveniente. El problema radica en la falta de una opinión nutrida desde diferentes fuentes. Bien editoriales, o ya análisis serios. Los que envían cadenas por WhatsApp están encerrados en un círculo de influencia tan limitado que podrían sorprenderse. En estos días se pueden leer furibundos mensajes apocalípticos anunciando el final de los tiempos si se vota por uno u otro candidato. Buenas producciones, pero muchas veces fundamentadas sobre mentiras. Y esto, entre la gente que lee y muchas veces, posee una educación universitaria.
Fuera de los lujosos malls y las prisiones con garitas de seguridad en la puerta ¿qué pasa con el ciudadano que, viviendo en la ciudad, tiene que moverse más de dos horas para llegar al trabajo o a su hogar después de este? El mismo chapín que si se sube a una pasarela, viaja en bus, va a pie por su colonia, tiene una abarrotería, vende ropa en la calle, tortillas, es asaltado, extorsionado y perseguido por las obligaciones impuestas por un Congreso señalado y varios ministerios cuya función es obstaculizar cualquier visión de emprendimiento. ¿Cómo analiza su situación? Y ¿cómo prevé su futuro? ¿Cómo alcanza a definir la profundidad de compromiso de sus candidatos? Será acaso ¿por el reguetón pirateado por su casa de publicidad? ¿Por las dádivas entregadas como promesa de campaña?
Saliendo al interior y recorriendo los cuatro puntos cardinales de la república nos encontramos con la Guatemala multiétnica, pluricultural y multilingüe que, por un pan con frijoles, un pasaje y otras recompensas parecidas a los espejitos que trajeron los conquistadores españoles, bloquean a un país agonizante en nombre de líderes que lo único que ansían es su hueso y que la vida siga igual.
Del otro lado, no se puede generalizar. Por supuesto que habrá más de alguno bien intencionado, consecuente con la doctrina política que siga. Uno que, si lograra llegar al Congreso, sería todo menos tránsfuga, chanchullero o ladrón. De momento, vamos este domingo 11 a votar por una oferta política muy singular. Nosotros, el pueblo de Guatemala, decidiremos al tin Marín de do pingüé, qué candidato es el menos malo. O, al menos eso creemos que decidiremos, ya que desde que se inició el proceso de las elecciones todos los días emanaban malos olores, aromas a podrido, de las distintas instituciones que manipularon con sus actuaciones la oferta electoral. Me voy a la cama con la idea de que estamos atrapados en un limbo de múltiples realidades.