Llegó a mi celular una fotografía hermosa, en la que un padre cargaba en hombros a su hijo. El chico, de unos 7 años, llevaba una banderita arcoíris, el símbolo del Orgullo (Pride) de la comunidad LGBT. Padre e hijo observaban el desfile. No eran los únicos, muchos pequeños con sus familias veían y aplaudían mientras el desfile pasaba por las calles. Es conmovedor ver un cuadro como ese. Un acto de aceptación humana que habla de esperanza.
Pero claro, esto no sucedió en Guatemala. Fue en Brooklyn. Fue en Madrid. Fue en Canadá. Fue en Brasil. Fue en México. Fue en muchísimas partes del mundo.
La integración de minorías ha sido motivo de conflicto a lo largo de la historia. La humanidad teme a lo diferente. Desde zurdos hasta judíos, pasando por afroamericanos, distintos grupos han sido objeto de persecución, han padecido represión y grandes episodios de violencia. Incluso, ha habido intentos de exterminio total. Intentos bárbaros. Además del rechazo visceral que sucede por parte de individuos o de grandes colectivos, se ha legislado en contra de comunidades diversas. Particularmente en contra de la comunidad LGBT.
La experiencia y el conocimiento permiten que evolucionemos, es cuestión de abrir la mente y perder el miedo infundado que supone lo diferente. Comprender que la diversidad es parte de la historia humana desde tiempos inmemorables, es fundamental para trabajar en la inclusión. La diversidad ha existido siempre. No hay ley ni movimiento, violento o pacífico o religioso, que logre “uniformar” a todos los individuos. No importa cuánto se legisle, no dejarán de existir. Lejos de ayudar, el rechazo y la opresión representan retraso o estancamiento para toda la sociedad.
Orgullo
Los cimientos del concepto “orgullo LGBT” establecen que ninguna persona debe avergonzarse de lo que es, sea cual sea su sexo, su orientación sexoafectiva, su identidad sexual o su rol de género. El movimiento Pride es una manifestación ante medidas que el sistema patriarcal tradicional utiliza contra quienes se alejan de la heteronormatividad. Medidas como la exclusión, las agresiones físicas que pueden causar incluso la muerte, el fomento al sentimiento de vergüenza y el desconocimiento de su dignidad.
Historia del 28 de junio, Stonewall
Los disturbios de Stonewall fueron una serie de manifestaciones espontáneas y violentas contra una redada policial que tuvo lugar en la madrugada del 28 de junio de 1969, en el bar conocido como Stonewall Inn del barrio neoyorquino de Greenwich Village. Hace 50 años, precisamente. Se reconoce esta fecha como la primera manifestación por parte de la comunidad LGBT en contra de las medidas ejercidas en su contra. Semanas después colocaron un letrero con la siguiente leyenda:
“Los homosexuales rogamos a nuestra gente que, por favor, colaboren para mantener una conducta tranquila y pacífica en las calles de Village-Mattachine”.
De esos sucesos surge el movimiento “Orgullo LGBT” precisamente en junio.
Despojados de prejuicios
Todos los conocemos, algunos tenemos la fortuna de ser muy cercanos a ellos, de convivir día a día con personas de la comunidad LGTB. Puedo decir con solvencia personal y total admiración que son maestros en el ejercicio de la resiliencia. Su agenda busca que la igualdad de derechos, una igualdad que les es legítima, sea respetada y honrada. Desean ser aceptados y amados desde su diferencia. No hay cruzadas oscuras, ni agenda oculta detrás de su deseo simple de legitimar su condición humana. Así como respetan y abrazan a personas distintas a ellos, desean lo mismo.
Buscan que el acoso y discriminación dejen de existir, que no sean excluidos por su orientación sexual, que sus talentos y virtudes, sus imperfecciones y debilidades sean parte de la convivencia como lo son en el caso de los heterosexuales. Desean y merecen el reconocimiento pleno de su dignidad.
Quienes los apoyamos y acompañamos incondicionalmente, queremos lo mismo para ellos, ni más ni menos.
Sueño con el día en que, aquellos a quienes más les cuesta tender puentes de empatía, quienes tienen dificultad con la aceptación, hagan un trabajo introspectivo para despojarse de los prejuicios y temores que produce el rechazo. En algunos casos puede ser un proceso complicado, pero no imposible.
Ganaríamos tanto si lo que exterminamos es el odio, el repudio, la necesidad de controlar.
Aceptar es una acción que se da cuando no hay creencias de superioridad involucradas. Desde mi condición de ser humano yo te acepto en tu diferencia, como ser humano. La tolerancia, en cambio, tiene implícita una leve connotación de superioridad por parte de quien tolera lo diferente. Es un tema para reflexionar.
Sea cual sea el término, lo imprescindible es reconocer en todo momento su condición de seres humanos.
Hemos avanzado, es cierto, cada día un poco más. Pero aún hay crímenes, aún rechazos, aún condenas morales. En nuestro país faltan caminos por construir en temas de inclusión y aceptación de la diversidad. Reconocerlo es básico para trabajar hacia un futuro incluyente.
Está comprobado que los países con mayores niveles de desarrollo, son aquellos en los que la inclusión de minorías es parte del tejido colectivo, social y cultural. Es muy útil informarse sobre cómo la dinámica humana es esas sociedades ha roto las barreras del prejuicio. Conocer es vital para la evolución del pensamiento, un tema de educación.
En nuestra tierra falta empatía, faltan puentes sólidos de amor. Un amor posible y pleno, un sentimiento que nace en el seno de cada familia. Un amor que muchos tenemos el privilegio de sentir.