No me concibo votando por una candidata por ser bonita, tampoco descartándola por ser fea o mucho menos por ser indígena.
En esta contienda, tres mujeres participaron para ganar la presidencia de Guatemala. En el caso de Zury Ríos, trató y no lo logró, pero la incluyo porque fue parte de la discusión política electoral.
Se me hace propio discutir la forma en que la ciudadanía percibe a estas tres mujeres y la manera en que las descalifica. En el caso de Sandra y Thelma, una por ser fea y la otra, indígena. Mientras que Zury roba suspiros por ser una “dama, linda, elegante y apta para representarnos”.
¿Realmente es lo que importa?
Zury Ríos: robó el suspiro de muchos, y en las redes sociales se leía cosas como: “Ella sí es una dama, no como la Sandra”. Le escribieron piropos por su rostro, pero nadie profundizó en su carrera política. En los comentarios jamás leí que alguien aludiera sobre su labor parlamentaria en los cuatro períodos en los que fungió como diputada por el FRG. ¿Por qué nadie la recuerda sentada a la par de su padre, Efraín Ríos Montt, en la conferencia de prensa donde llamaron a la población a manifestarse por la negativa a su candidatura?, ¿por qué nadie puso en la palestra las consecuencias del “Jueves Negro” y la turba violenta organizada por el partido que lideraba su papá?
Su rostro los vislumbró y lo que realmente importa se quedó fuera del análisis profundo.
Sandra Torres: descalificada por su aspecto físico. Entre los comentarios más destacados está que es una “vieja fea y operada”. También la tildan de ladrona y corrupta, pero nadie sabe decir con exactitud cuántos millones se robó durante el gobierno de la UNE.
No defiendo a Sandra; de hecho, no voté ni votaría por ella, pero me llama la atención el poco análisis coyuntural que hace el votante promedio. Esas personas que no forman parte de un net center despotricaron en su contra, con insultos y criterios superficiales.
Para nada es válido el odio hacia Sandra cuando el único argumento que tienen es que es una señora físicamente fea.
Thelma Cabrera: jamás descalificaría a una candidata por ser indígena. Pero, al parecer, el guatemalteco promedio sí.
Pero más allá de descalificarla por ser indígena, la maltrataron y la ofendieron.
“Tomatera”, “tortillera”, “india”, “ladrona”, fueron algunos de los comentarios perversos que muchos internautas exhibieron para desacreditar su participación. La acusaron de robar luz, pero nadie de los que comentaron y argumentaron eso sacó a la luz cuántos casos abiertos hay en el Ministerio Público sobre el robo de luz.
Nadie se dio a la tarea de buscar las dos caras de los supuestos robos de energía eléctrica. Digo supuestos porque no hay ninguna condena por esos casos.
El día en que el guatemalteco se deje de burlar de las personas y/o descalificarlas por su aspecto físico, ese día, quizá, tendremos a buenos y dignos gobernantes. Mientras tanto, tenemos lo que nos merecemos.