Este es el relato de alguien que vivió en carne propia lo que significa viajar con Spirit:
Cuando la aerolínea estadounidense, Spirit llegó a Guatemala tenía unas super buenas ofertas. Conseguimos un boleto de ida y vuelta a Orlando en menos de $100. La experiencia estuvo bien, normal. Nada de qué quejarse. Creo que en esa época el equipaje documentado era un commodity que ofrecían todas las aerolíneas ofrecían, no se les había ocurrido cobrarnos extra todavía.
Después de eso, muchas personas empezaron a viajar en Spirit seducidos por las ofertas, que no siempre eran tan buenas como al principio pero que ahorraban algo. Los malos comentarios empezaron a surgir, personas a quienes les cambiaron el boleto aéreo de último minuto, avisando por e-mail que debían presentarse 4 horas antes al aeropuerto, lo que se convierte en una trampa cuando estás de vacaciones y probablemente no estás pendiente de tu correo electrónico. Si pierdes tu vuelo, no hay nada que puedan hacer. Lo perdiste, perdiste tu dinero.
A pesar de los comentarios, las ofertas parecen buenas. Por ahorrarme unos $50 y recordando que no me había ido mal, volví a comprar un boleto en Spirit. ERROR.
Un día antes del viaje, intentamos hacer el check-in en línea y el sistema no me permitía hacerlo para este viaje, solo para el viaje de vuelta. Decidimos salir súper temprano al día siguiente para estar en el aeropuerto a buena hora, casi 4 horas antes de la salida del vuelo para asegurar que no habría problema pero fue en vano. Nuestros nombres no estaban en una lista especial que tienen en el counter del aeropuerto lo que quiere decir que aunque tengas boleto no estás en la lista para viajar. La mujer que nos atendió nos dijo, con futilidad, que si queríamos reclamar debíamos llamar al call center que está escrito por allí, quizá en las vallas o en la página web, no sabía.
Eran tres horas antes de la salida del vuelo y como la llamada era hacia otro país, usamos Skype. Respondía un contestador automático que te enviaba a otro contestador automático que te enviaba a una espera con música en la que finalmente contestaba una persona en inglés con acento de la India y nos mandaba a esperar más.
Estuvimos 3 horas así. Yo me rehusaba a colgar. De pronto, aún en el aeropuerto vimos partir el avión donde supuestamente iríamos nosotros. Un minuto después, nos contestaron al fin en el call center de Spirit. Nos dejaron esperando tres horas para responder hasta que había partido el avión para poder decir que no había nada más que hacer.
Fue entonces cuando solicitamos un reembolso porque ellos habían cometido el error de sobre-vender el vuelo. Nos dijeron que sí era posible pero solo el 50% del vuelo que habíamos perdido, o sea el vuelo de ida. El vuelo de vuelta estaba reservado normal y no se podía reembolsar. Tratamos de explicarle la paradoja de su argumento: no podemos venir en el vuelo de regreso porque nunca nos fuimos. El tipo que nos atendió nos hizo entender que eso no le importa a Spirit. Solo van a reembolsar la mitad de la mitad.
Tratando de ser razonables y de encontrar una solución, preguntamos cuándo podían ubicarnos en otro vuelo pensando en que aún podríamos irnos de vacaciones. “Ah claro”, nos dice. “Pueden salir de nuevo dentro de 9 días”. Lo cual era una solución bastante tonta porque nuestro vuelo de regreso era en 6. Su solución no era una solución, seguía siendo un problema. No puedo irme en 9 días porque tengo que regresar en 6. De nuevo, eso a Spirit no le importa. Son muy fans de las paradojas, por lo que veo.
Algunas horas más tarde, solamente pudimos acordar recibir un reembolso parcial dentro de 3 meses. Metidos en una cafetería en el aeropuerto por casi 6 horas, decidimos ir a comer algo y cancelar las vacaciones no sin antes dar la última patada de ahogado: tratar de conseguir un boleto con otra aerolínea. (Spoiler: en Spirit no es tan fácil hacer un reembolso. Son tres meses de incansables e infinitas llamadas, e-mails, peleas y escándalos en redes sociales.)
Fuimos a una agencia de viajes cercana donde la agente que nos atendió nos explicó que por norma general, ellos no venden nada de Spirit porque son increíblemente inconstantes. Fue como un “se los dije” en reversa en el tiempo. Nos vendió los boletos de ida (en otra aerolínea por supuesto) y nos fuimos esa misma noche. Las sobrecargos fueron tan buena onda que nos dieron boletos de primera clase sin costo. Nos fuimos como reyes, felices de estar lo más lejos de Spirit posible. Lastimosamente no nos duró mucho, porque el viaje de retorno era con ellos, en esos asientos espantosos que parecen de juguete y el personal que te atiende totalmente apático.
¿Viajar en Spirit? No señor, no lo vuelvo a hacer.
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