La cultura nos bombardea con el self love, Ámate como eres, acéptate y deja de querer ser como los demás. Pero como muchas cosas en la vida, decirlo es significativamente más fácil que hacerlo. Tenemos un enorme obstáculo a la hora de buscar el amor propio, nuestra mente cultural. Muchas veces las cosas que nos decimos a nosotros mismos pueden parecer imposibles de superar. Existen varias razones por las cuales no podemos desarrollar amor propio a lo largo de la vida, algunas de ellas serán descritas a continuación. Primero, muchos de nosotros confundimos el concepto de amor propio con algo que es imposible de alcanzar, porque el amor propio nunca aparenta ser algo de trabajo. El concepto de amor propio nos hace culturalmente enfocarnos en las cualidades positivas que tenemos e ignorar las que son difíciles de aceptar y para las personas a las que amarse siempre ha sido una lucha, ese es exactamente el problema. No creemos que tenemos que trabajar por ello, creemos que el amor propio debería ser un estado de ser natural con el que nacemos y crecemos.
¿Pero qué pasa si no lo es? ¿Qué pasa si es algo que tenemos que ejercitar como un músculo?
La mayoría de las veces, queremos amarnos cuando es conveniente, cuando identificamos algo en nosotros mismos que nos hace sentir orgullosos, cuando nos vemos o actuamos de cierta manera con respecto a lo que esperamos de nosotros mismos. Pero eso no es amor propio y el amor nunca viene sin antes requerir sacrificio. Ultimadamente, creemos que queremos amarnos, pero lo que en realidad buscamos es amarnos si pesáramos 20 libras menos, tuviéramos un mejor trabajo, no tuviéramos pensamientos negativos, no tuviéramos debilidades o cometiéramos errores. En resumen, si fuéramos aquellas personas que se “supone” que seamos. Poco a poco, agregamos más a la lista hasta que terminamos en un lugar en el cual solamente podemos amarnos si somos alguien más. Es por esto por lo que nuestra única oportunidad, es darnos cuenta de lo poco realistas e imposibles son los estándares que en ocasiones nos ponemos. Porque es obvio que las cualidades que tenemos, las amemos, eso es sencillo. Pero solemos sentirnos tan avergonzados de nuestras imperfecciones, que no podemos amarlas, y es aquí donde encontramos una encrucijada.
El amor propio se trata de perdonarnos, aceptarnos como realmente somos, no de ser perfectos. Porque no hay lucha más sin sentido que la lucha contra la realidad. Necesitamos aprender a querer las imperfecciones que tenemos, las cualidades dolorosamente humanas que tenemos. Se trata de aceptar las cosas que no podemos cambiar, trabajar para entender que no somos perfectos y querernos de todas formas. Por un tiempo prolongado, hemos pensado que el amor propio se trata de volver todo lo nuestro imposible de rechazar, pero lo más valioso es recordar que está igual de bien querer esas cosas difíciles de querer de nosotros mismos, que las cosas que son fáciles de querer. Por esta razón, el amor propio no se trata enteramente de amor, sino de sacrificio, no me sorprende que siempre haya sido tan difícil.