Señora ministra de Relaciones Exteriores, Sandra Jovel, el problema no es que defienda la “institucionalidad de la presidencia”, ni la gestión de quien nos mal gobierna. ¿Cómo darle la espalda a quien la nombró? ¿Cómo no defender al que puede removerla sin mayores explicaciones? Desde su posición es imperativo respaldar al jefe del Ejecutivo, a quien no tengo ganas de nombrar.
El problema es que usted no sabe hacerlo, parece que disfruta abrirse nuevos frentes, ganar animadversiones, confrontar y distanciarse de su verdadero rol diplomático, ese de fortalecer las relaciones con otros Estados y de armonizar con la comunidad internacional.
Me da la impresión que en casi dos décadas de ser diplomática y de estar en Relaciones Exteriores le aprendió poco o mejor dicho nada a cancilleres que tuvieron gestiones mucho más dignas que la suya.
No entendió, pasó por una escuela que forma a las elites diplomáticas del país sin poder aprender nada. O ¿Será que aprendió y lo olvidó? ¿Será que aún no sale de ese mareo que le ocasiona el ladrillo en el que se paró en agosto de 2017?
Hace muchos años mi papá, un sexagenario lucido y sabio, me dio una elocuente lección de vida: “si cuando por defenderte tienes que tirarle porquería a otros, por todos lados, es porque seguramente tus argumentos carecen de sustento y validez. Cuando eso te ocurre no solo dejas de tener la razón sino que estás jodido”.
Ojala ese aprendizaje hubiese llegado a oídos de la canciller, quien por defender una administración, cuestionada por innumerables razones, confronta y ataca.
Fue desafortunado señora Jovel que por defender la gestión del dignatario, confrontará el avance de casos que se investigan por la Fiscalía Especial que es apoyada por la CICIG, procesos en los que ni siquiera se ve afectada la actual gestión, investigaciones iniciadas con mucha antelación a la llegada del actual comisionado Iván Velásquez, con quien entiendo que es el problema.
Es incorrecto no porque no puedan haber errores, sino por la forma y el tono en que se atreve a cuestionar un trabajo que desconoce, sin contar con los elementos suficientes. Explíqueme por favor como usted, quien en esta coyuntura representa la más alta diplomacia del país, emplaza a la Organización de Naciones Unidas, la reta y la confronta.
No me opongo a que defienda la gestión del actual mandatario, es parte de sus funciones, solo cuestiono sus formas, su discurso de confrontación y su inmadurez para discutir en el marco de la armonía, respeto y tolerancia, soluciones viables en pro de nuestro país. No me cabe duda que usted es la representación viva de la anti-diplomacia en Guatemala.