Este capítulo pertenece a la saga “Relatos Migrantes“, basados en hechos reales e información obtenida de diversos medios, entrevistas e investigaciones propias, pero con algunos nombres y fechas que han sido modificadas para resguardar la integridad de los protagonistas. Inmortalizadas por la pluma de Juan Diego Godoy exclusivamente para Relato.
“Ustedes son nuestros vecinos y queremos que ustedes y sus naciones prosperen. Si quieren venir a Estados Unidos, por favor vengan, pero vengan legalmente; si no, no lo hagan” – Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos (28 de junio 2018).
El grupo de Leo ya ha llegado a Arriaga después de un largo trayecto y ahora esperan, cerca de unas vías que pasan por un pequeño bosque, a que pase su transporte: un tren de carga que se llama La Bestia. Desde que en 2014 las autoridades implementaron el Plan Frontera Sur, la ciudad es un ejército de fantasma. Muchos migrantes llegan allí pero ahora son pocos los que se detienen. Aterrizan en Arriaga solo para montar el tren.
“Mucha gente se cae del tren. Los que no mueren, deambulan heridos”, le dice Zacarías a Jimena, una muchacha fuerte de 25 años que ya fue deportada una vez. Subirse al tren no es garantía de seguridad. En el techo de La Bestia hay abejas, asaltantes, movimiento, ruido, temor y cansancio. Si duermen, tienen que asegurarse de estar bien aferrados a la chatarra, o pueden caer y morir. No pueden confiar en nadie, ni siquiera en los miembros del grupo. Están solos, transportándose sin cuidado a 60 kilómetros por hora en un territorio que no conocen. Eso es riesgo, lo demás son cuentos.
“No vamos a permitir que ningún migrante aborde el ferrocarril”, dijo un 26 de agosto de 2014 el coordinador federal para asuntos migratorios de la frontera sur, Humberto Mayans durante una entrevista en una radio mexicana. Algunos años antes, estas declaraciones hubieran sido consideradas una locura. ¿Migrantes trepando un tren de carga a 60 kilómetros por hora, sin protección ni garantía alguna? Parecía imposible. Ahora, policías enmascarados y agentes migratorios se toman la tarea detener a migrantes, incluidos mexicanos, que van sobre La Bestia o que lo intentan abordarla desde diversos puntos. La esperanza de llegar al norte puede más que un tren, muchos agentes y el peligro. “No nos pueden parar. Si detienen 100, van a venir 300, 400 más” le dijo Manuel Villalta, un migrante de 31 años de Huasapa, El Salvador, a Prensa Libre.
Furiosa y mortal: así es La Bestia
La historia de la famosa Bestia se remonta a 1999, cuando el Gobierno mexicano concedió la concesión a la compañía Chiapas-Mayab (que ahora opera el 7% del sistema ferroviario del país), para que instalaran dos líneas: la de Chiapas y la de Mayab. La de Chiapas es la que recorre todo ese Estado desde la frontera con Guatemala hasta el puerto de Salina Cruz en Oaxaca. En ese trayecto del tren por el sureste del país es donde los inmigrantes centroamericanos se montan al ferrocarril que han apodado La Bestia. La práctica fue haciéndose cada vez más común. Leo lo recuerda muy bien y siempre que ve a “la devoravidas de chatarra” siente una mezcla de terror, nostalgia y adrenalina.
En 2014 la práctica de montarse de manera clandestina en el tren de carga para conseguir ese “aventón” hasta la Ciudad Ixtepec, en el Estado de Oaxaca, fue denunciada por las autoridades y fue impuesta una serie de nuevas normativas para frenarla. Pero su popularidad entre los migrantes subió y La Bestia pasó a ser una mezcla entre enemigo y auxiliador para el migrante. “Auxilia porque transporta. Enemigo porque mata si no te agarras bien…o si te duermes y te caes”, les dice Leo al grupo mientras esperan en silencio.
Años después, en 2016, el Gobierno de México canceló la concesión a la compañía Chiapas-Mayab, aunque la empresa contaba con el permiso para explotar el ferrocarril hasta 2049. De acuerdo con una publicación del diario El País, “El ministerio de Comunicaciones y Transporte afirmó que las circunstancias actuales de inseguridad en la red ferroviaria exigen nuevas medidas que exceden los alcances de la concesión“. Pero muchos alegaron que esto respondía a los intereses son de parte de Estados Unidos, que busca frenar tanta migración deteniendo a La Bestia.
Pero esta chatarra es imparable. Hoy, en 2018, La Bestia sigue circulando, aunque algunos aseguran que varios migrantes han buscado otra vía, como la de “El Diablo”, otra ruta de trenes de carga que pasa por los estados en la costa del Pacífico (Nayarit, Sinaloa y Sonora) y que llega hasta la ciudad de Mexicali, que es el lugar más caluroso.
“La mejor ruta siempre será La Bestia. Pase lo que pase, digan lo que digan, hagan lo que hagan. Es mi experiencia la que me dice que este pedazo de chatarra es lo mejor que hay para llegar al Norte”, asegura Leo a Yadira, una señora que se ha ganado el titulo de la “mamá del grupo” por su edad e instinto maternal. A ella no la consuela lo que escuchó de Eber, el hondureño que cayó de La Bestia y contó su historia al Chicago Tribune sobre la lesión que sufrió. “No pude sujetarme porque iba muy rápido y caí”, dice. Ahora, gracias al programa impulsado por Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que proporciona rehabilitación y prótesis a las víctimas, sufrió una amputación exitosa por encima de la rodilla que salvó su vida… pero no sus esperanzas ni sueños.
De pronto, un ruido se escucha a lo lejos. La tierra comienza a temblar un poco menos que los corazones del grupo. Los hermanos Patzán, Jairo, Rita, Zacarías, Yadira, Jimena e incluso Leo, se preparan para abordar a su enemigo. Deben sujetarse con fuerza y trepar rápido. Cada segundo cuenta. No hay opción para fallar.
Son las ocho de la noche y la oscuridad nubla el panorama. Algunos se encomiendan a Dios, otros, ya no saben ni a quién rezarle.
Si tiene información o noticias con las que quiera colaborar para esta saga, por favor envíelas a jdgodoyes@gmail.com Agradezco a quienes ya han enviado material.