ORIGEN. Por Guillermo Monsanto
Dan Brown ¿se puede decir algo más de un escritor cuyas reediciones se agotan en los anaqueles de las librerías del mundo entero? Voy a empezar anotando algo que puede lucir como sacrílego para sus fieles seguidores; no sé por qué he leído cuatro libros de este autor. Los mediáticos los he leído todos, menos uno “El símbolo perdido”. Las circunstancias me los puso en las manos en los momentos más inesperados.
El primero, “El Código Da Vinci”, fue una promesa de grandes proporciones. No había quién no hablara de la obra. Un querido amigo me lo posó en las manos camino de Sevilla. Esta alma caritativa salió a mi rescate en un lapso de mucho dolor. Conociendo mis inquietudes andariegas, me llevó aquella Semana Santa a un viaje de sanación. Lo tenía en mis manos, cuando a las doce del día, nuestro tren pasó sobre la bomba que no detonó porque el terrorista equivocó el AM con el PM. Lo devoré entre las procesiones, las velaciones, las discotecas, los museos, las largas caminatas y la fiesta en general. Lo terminé en unos 6 días y solo recuerdo que el final fue un desencanto. En mi entender, no consiguió cumplir la expectativa creada en las primeras líneas.
El segundo que leí fue, “Ángeles y demonios,” no me acuerdo si cometí el desatino de pagarlo o si me lo prestó alguien. Al terminarlo pensé que Brown tenía un sentimiento bipolar por la iglesia. Tira la piedra para luego esconder la mano. Siempre deja sus señalamientos a medio palo, en una frontera ambigua y mal definida. No concreta. Entretenida, ingeniosa e insustancial. Creo que este autor tiene alguna predilección por personajes sobrehumanos, con capacidades de desplazamiento muy particulares.
El tercero, “Inferno”, lo encontré sobre la mesa de noche de mi mamá la mañana que regresamos de enterrarla. Lo tomé y me lo llevé a mi casa. Lo leí durante los primeros días del duelo y quizás, vulnerable como estaba, fue el que más consiguió inquietarme. La novela maneja el suspenso, estadísticas lógicas y logró integrar elementos históricos con buen tino. Eso, a pesar de hacer recorridos elásticos en distancias irracionales. En fin, con ese texto, si no me perdí algo en el camino, el escritor terminó con la fertilidad de buena parte de la humanidad. Brown tiende a lo apocalíptico y eso vende.
El más reciente, y probablemente el último que lea, me lo regaló mi pareja el 14 de octubre del año pasado: “Origen”. Decidí traerlo de viaje a España para amarrar la experiencia con el primero. Que decepción. La historia paralela es superficial y eterna, tanto como la formación del universo. Involucrar la corona española en la intriga es irresponsable y fuera de lugar. Y finalmente, tratar de enredar la trama con la participación de las religiones del mundo, más. No tiene continuidad con el anterior libro y el súper poderoso Robert Langdon y eso debilita el personaje. Lo interesante empieza casi en la página quinientos y finaliza pocas hojas más adelante. Se trata de una disquisición científica que incita al pensamiento y por la que vale la pena sufrir el resto del argumento. Sin embargo, la trama queda coja como siempre. Usted ¿Qué piensa de las novelas de Dan Brown?