El contador sordomudo
Nada pasa por casualidad, ningún encuentro, nada de lo que leemos o vemos. Mi misión es compartir todo lo que he aprendido, que cada error, sufrimiento, historia y enseñanza que me ha encontrado cree esperanza, ilumine la imaginación y te inspire a que seas la mejor versión de ti mismo, todo lo que necesitas para conquistar tu propia vida está ya en ti.
EL CONTADOR SORDOMUDO
Un narcotraficante no podía ser capturado ya que era sumamente precavido, su éxito se debía al cuidado que tenía en proteger toda su comunicación e información. Se dio a la tarea de conseguir al mejor contador y que a la vez no pudiera ni hablar, ni escuchar nada, era sordomudo.
Un día, varios millones de dólares desaparecieron de su cuenta, frenético, interrogó al contador utilizando a su intérprete de confianza.
–¡Dile a este desgraciado que me diga en dónde está mi dinero! –la presencia del jefe atemorizaba, pegaba de gritos, rojo de cólera.
–Al jefe le gustaría saber en dónde está el dinero que hace falta de su cuenta –dijo el intérprete moviendo las manos utilizando lengua de señas. Su forma de moverse y las palabras que utilizó parecían que fueran de un mensaje completamente diferente.
–¡No sé nada! Soy su empleado más fiel, nunca tomaría dinero de él–respondió el contador, muy alterado.
–¿Qué dice? ¡¿Qué dice?! –gritaba el jefe, su impaciencia era evidente.
–¡Dice que no sabe nada! –tradujo sin mayor emoción –dice que le pregunte a alguien más.
Perdiendo la paciencia el jefe sacó una enorme pistola que le apuntó en la cabeza.
–¡¡Dile que, o me dice, en este instante, en dónde está mi dinero, o le vuelo los sesos!!!
–Dice el jefe que quiere saber en donde está el dinero o puede llegar a usar la fuerza –su tono era pasmado y calmado, aún así, el contador conocía el temperamento del jefe por lo que, asustado, inmediatamente respondió a señas.
–¡Dile que no es necesario que se altere! El dinero está en mi apartamento, escondido en una maleta en un agujero que hice en el piso, debajo de la alfombra de la sala –una vez más, a gritos el jefe quería saber qué estaba diciendo el contador.
–¡Dice que no le va a decir nada! No cree que tenga las agallas de usar su arma.
Esta historia ilustra de una manera clara lo vital que es tener una buena comunicación: no queremos tener un mal intérprete, ¡podría costarnos la vida!
Una buena comunicación es uno de los mayores factores que determina nuestra calidad de vida. Hay dos formas de comunicación: la externa y la interna. La comunicación externa son palabras, entonaciones, expresiones faciales, posturas corporales y acciones físicas causantes del grado de éxito con los demás en los aspectos personales, emocionales, sociales y sociales. La comunicación interna es lo que nos decimos, sentimos y pensamos sobre nosotros mismos y es lo que determina el grado de éxito que percibimos interiormente sobre la felicidad, el amor, nuestras capacidades y cualquier cosa que deseemos. Toda comunicación es acción y ejerce efecto directo sobre los demás y nosotros mismos.
En el relato pasado establecimos que lo que uno percibe no es el resultado de lo que ocurre sino la interpretación que le damos y lo que hacemos ante lo que nos ocurre. Yo soy la única persona que puede decidir qué quiero pensar, cómo me quiero sentir y cómo voy a actuar y esto es el resultado de cómo me comunico conmigo mismo, qué me digo y cómo lo interpreto. Siempre es posible redirigir ese poder y cambiar inmediatamente nuestra vida.
Éxito es poder gobernar nuestro mundo interior HASTA obtener exactamente los resultados que deseamos.
El fin de este y de todos las demás artículos es ¡producir resultados! La información es poder pero si no la ponemos en práctica, es poder en potencia. Más que estar informados, más que ideas y una mentalidad positiva necesitamos hacer cambios, generar acciones concretas para producir los resultados deseados y vivir más felices. Una gran cantidad de personas no viven la vida que realmente quieren, se conforman con la vida que creen les tocó y estoy convencida que todos podemos vivir la vida que elijamos. Para esto quiero compartir tres sencillos pasos para mejorar tu diálogo interno.
- Analiza cómo es tu diálogo interno. Cierra un momento los ojos y recuerda la última conversación que tuviste contigo mismo ¿qué te dices? ¿en qué tono? ¿te felicitas o te criticas? ¿te das ánimo o solo vez lo negativo?
- Haz consciencia de la importancia de tu diálogo interno. Analiza cómo tus pensamientos, lo que te dices constantemente generan en ti emociones que te llevan a producir determinadas acciones. Eso que te dices ¿te roba energía o te potencia? ¿te limita o te ayuda a alcanzar objetivos? ¿hace que te sientas más feliz, motivado o sin ganas? ¿qué acciones desencadenan?
- Registra tus resultados. Te podría ser útil el modelo ABC de Albert Ellis. Acontecimiento: anota que situación desencadenó tu pensamiento/diálogo interno. Pensamiento: anota qué pensaste/dijiste/significado que le diste al acontecimiento. Consecuencias: anota qué sentiste, qué emociones y actitudes experimentaste y las acciones y comportamientos concretos que hiciste.