En estos días lo he pasado algo confundida con el tema de las embajadas en Israel, las protestas y los niños palestinos muertos a causa del ejército israelí. Hice un poco de investigación en la Biblia, para saber qué dice al respecto, nuestro lugar como cristianos en medio del conflicto y aquí llegué. Como dice CS Lewis, no lo lean como leer a un teólogo (que no soy) sino como una estudiante, comparando notas.
El odio entre israelitas y palestinos no tiene cabida en la vida cristiana. Si bien Israel es el pueblo elegido de Dios, nosotros somos el pueblo redimido de Cristo. Nuestra fe está basada en que todas las personas sin importar su cultura, tienen ticket VIP a la salvación, ese es el concepto de redención en su máxima expresión.
Si buscamos conocer qué espera Jesús de nosotros, en Marcos 12 nos enteramos que los dos mandatos más importantes son: amar a Dios con todo lo que haces y amar a los demás como te amas a ti mismo. Van juntos, para que no creamos que amar a Dios significa odiar a los demás. Seguramente Dios ya sabía del mal que padecemos y decidió dejarlo por escrito, todo junto para que no tuvieramos dudas.
El amor en el cristianismo es un tema de vida o muerte. Literal en la vida. Sin amor, no importa lo que hagamos, los logros que alcancemos, el nivel de power político o religioso y la fama y exaltación que tengamos: nada somos. Y no solo estamos hablando de amor, ni tampoco solo del Nuevo Testamento. En Proverbios 6, la sentencia es muy dura para los que derraman sangre inocente. Este delito es nombrado uno de los siete más aborrecidos por Dios. La única razón que se me ocurre para disparar contra niños desarmados es la falta de amor hacia ellos, como humanidad.
Mateo 5 también es clave para nuestra relación como cristianos y la ley de Moises: “no hagan eso de amar a su prójimo y odiar al enemigo” . El cristianismo tiene ese nosequé maravilloso que nos lleva aún más allá: nuestro deber es amar a todos, no solo a nuestros amigos (¿qué hay de extraordinario en eso?) sino a los enemigos también. Vaya instrucción. Es para mantenerte ocupado hasta el último día de la vida.
Para Cristo no hay diferencia entre judíos, griegos y gentiles. En Romanos 10 lo confirma: todos tienen el mismo Dios, que responde a quien le pide ayuda. Allí mismo podemos ver algo aún más interesante, Dios llama al pueblo de Israel terco y desobediente citando el Antiguo Testamento, refiriéndose al mensaje de los profetas Moisés e Isaías cuando Dios reprende, salvando a los demás pueblos para provocar los celos de Israel.
Decir que todos somos iguales ante los ojos de Dios, no es antisemitismo, es igualdad y equidad bíblica (de esa que andamos buscando todos, por todas partes). Sin negar que la Biblia también es explícita acerca del gran amor que tiene Dios por Israel, no todo lo que hacen es acorde a sus mandatos. Hay suficiente evidencia bíblica para creer que esta nación también se ha equivocado. ¿Podrá ser ahora una de esas veces? Mientras nos lo cuestionamos, los cristianos debemos tener muy en cuenta que nosotros servimos a Cristo, no a Israel.
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