La epidemia de la obesidad continua aumentando
A pesar que desde la década de los 80’s se han hecho múltiples intentos de controlar esta enfermedad, la tendencia a que la población mundial suba de peso no se ha controlado. Tradicionalmente, la prevención y el tratamiento de la obesidad se han enfocado en la actividad física y en hábitos de alimentación. Los resultados han sido favorables en algunos casos, sin embargo, estos cambios se reportan a corto plazo, no siempre son efectivos.
La reducción en la actividad física y diversos factores relacionados con la ingesta alimentaría, representan las dos grandes explicaciones propuestas para la epidemia de la obesidad. Frecuentemente son citadas como los objetivos principales para las intervenciones de esta patología.
En efecto, el ejercicio y la dieta son importantes factores relacionados con el origen, tratamiento y prevención de esta patología. Sin embargo, existen varias explicaciones adicionales que han adquirido reciente interés en la ganancia de peso y riesgo de obesidad, entre ellas el sueño.
El sueño y los ritmos biológicos
Todas las funciones de nuestro cuerpo están sincronizadas por los ritmos biológicos (a lo que comúnmente nos referimos como “reloj biológico” encontrados en todas nuestras células) y uno de los más importantes son aquellos que suceden mientras dormimos. Los cambios en la cantidad o calidad de nuestro sueño nocturno pueden resultar en una pérdida de la sincronización de los procesos metabólicos, hormonales y del sistema nervioso, entre otros.
Cuando algunos científicos empezaron a notar estos cambios en el sueño de las personas (especialmente el acortamiento del tiempo que dormirnos) notaron que sucedían de forma paralela al aumento de la obesidad.
Y fue por esto que se inicia a tomar un nuevo factor clave que juega un papel en el desarrollo de dicha enfermedad: los hábitos de sueño.
Para poderles dar un ejemplo del impacto que tiene el sueño en nuestro cuerpo, les contaré de los resultados de un estudio realizado en niños australianos. Aquellos que dormían menos de lo recomendado para su edad y hacían poco o nada de actividad física, mostraban el mayor riesgo de obesidad. Los que duermen lo recomendado y practican mas deportes, presentan el menor riesgo. Pero lo interesante de este estudio es que los que dormían mas, pero no eran activos presentaban el mismo riesgo que aquellos que hacían mas ejercicio pero dormían menos de lo recomendado. En resumen: el dormir poco o menos de lo recomendado tiene el mismo impacto en la salud que no hacer actividad física.
¿Qué puedo hacer para mejorar mis hábitos de sueño?
A continuación una breve lista:
- Trata de dormirte y despertarte todos los días a la misma hora (incluyendo los fines de semana). Esto ayuda a que tu cuerpo mantenga esa sincronía que necesitan todas tus células para mantenerse funcionando de forma óptima.
- Cena al menos dos horas antes de dormirte. Si te duermes con el estomago lleno, el cuerpo va a tener que emplear energía en los procesos de digestión en vez de asegurarse que tus ciclos de sueño se de forma organizada.
- Intenta no realizar actividad física muy rigurosa antes de acostarte.
- Saca los electrónicos de tu cuarto. Si usas tu celular como alarma, idealmente que no este en tu mesa de noche o que te asegures que las notificaciones estén en silencio. Cualquier ruido o luz puede provocar micro despertares.
- Evita bebidas con cafeína después de las 6 de la tarde. Aunque digas que el café no te quita el sueño, la cafeína es un estimulante potente que puede interferir con la calidad de tu sueño.
Conclusión de este relato, dormir no solo es para descansar. Es hora de ser más conscientes de cómo estamos durmiendo. Las respuestas y soluciones a muchos de nuestros problemas de salud están ahí.