Iniciaré este texto con una afirmación: soy defensor de los derechos de las mujeres y revindico las luchas por la igualdad. Soy padre de una niña, esposo de una mujer extraordinaria, hijo de una espectacular maestra, que luchó con valentía contra el cáncer durante casi 6 años y hermano de una oncóloga cuya brillantez nunca dejará de asombrarme.
Muchas de las personas más importantes de mi vida son mujeres y trato cada día de luchar por una Guatemala menos misógina, más incluyente y sobre todo más respetuosa. Estoy a favor del feminismo en el sentido literal de la palabra, como una reivindicación de la mujer en igualdad de derechos respecto al hombre, pero me molesta la tergiversación del término y la aberrante interpretación como un antónimo al machismo.
La procesión de la “Poderosa vulva”, recorrió el Centro Histórico. Habría que ser muy ingenuo para no entender tal evento como una mofa a las procesiones católicas que se realizan durante el periodo litúrgico de la Cuaresma. Claro el término procesión no es propiedad del catolicismo, por supuesto que no, tampoco es necesariamente un término asociado a una creencia religiosa, por eso me tragué la burla y no dije nada al respecto.
Es decir señoras feministas (con un concepto radical y tergiversado) hasta ahí todo bien. Me trago su burla y hasta intento verla con un dejo de humor. Con lo que no estoy de acuerdo son con algunas de sus provocaciones e intentaré de explicar mis argumentaciones en los siguientes párrafos.
El cortejo de la “Poderosa Vulva”, durante su “solemne paso” manchó algunos templos católicos del centro histórico con mensajes intolerantes como “iglesia patriarcal”, “iglesia machista”, “nuestros ancestros abortaron, nosotras también”.
En efecto la iglesia católica se pronuncia en desacuerdo con la práctica del aborto, pero no impone a nadie su credo. Es decir somos católicos los que decidimos serlo y ninguna mujer bautizada bajo la fe católica permanece a la fuerza.
¿No es intolerante este ataque al patrimonio y a la Iglesia? ¿No es acaso intolerante irrespetar determinadas postura? Ellas se quejan de que la Iglesia “patriarcal y machista” impone sus reglas y ¿Acaso ustedes no pretenden imponer sus ideas? ¿Acaso ustedes no tildan de retrogradas, de ultra conservadores a los que no pensamos igual que ustedes?
Mi hermana es feminista, defiende la igualdad de derechos y revindica muchas de las luchas de las mujeres en este país que, en efecto es machista y que desafortunadamente vulnera los derechos de muchas mujeres, pero ella no está con ustedes y no está a favor de las ideas que quieren imponer. ¿Retrograda, tonta, ultra conservadora, conquistada, domada? ¿Cuál de todos esos calificativos utilizarán para referirse a ella?
Ustedes reclaman respeto pero ¿Son capaces de respetar a aquellas que no piensan como ustedes? Esto va más allá de ser mujer, va mucho más allá de ser “feminista”. ¿Pintas? ¿Manchas en templos católicos? Son una expresión pura de la intolerancia que ustedes dicen odiar. De niño aprendí que “el que raya pared y mesa da a conocer su bajeza…” ¿Les suena a ustedes? Se supone que ustedes son académicas, grandes pensadoras, que ven por debajo del hombro a cualquier retrograda que no piense igual. ¿Entonces? ¿Por qué las pintas?
El discurso doble moral
Estás mujeres que en definitiva han tergiversado el concepto de feminista y que realmente no representan a la gran mayoría de las mujeres en Guatemala pretenden hacer creer que el aborto es una decisión personal. Revindican el derecho de elegir sobre sus cuerpos, pero se sienten con el poder de decidir sobre la vida de otro ser humano.
Decir o pensar que, como no hay llantos ni pañales entonces no hay vida, es un completo error. Bajo la concepción científica de cómo se forma un ser humano, este concepto es más bien es una apología a la ignorancia. Está ampliamente probado y documentado que un ser humano existe desde el momento de su concepción. (Lo quieran creer o no “todos”, fuimos primero concebidos y después, nueve meses más tarde, nacimos).
Ellas también se escudan en el discurso de las violaciones. ¿Cuántas mujeres violadas que resultan embarazadas quieren realmente interrumpir un embarazo? Yo no tengo la respuesta, pero estoy seguro que ustedes tampoco.
Por supuesto que el Estado debe ser garante de la integridad física de nuestras niñas y de todas las mujeres. Hay que estar demente para consentir una violación. Ese acto deleznable debe ser castigado con todo el peso de la ley. Pero el aborto tristemente no solucionará el problema, no evitará el trauma, solamente acabará con una vida.
¿Qué hacemos entonces? Hablo de acompañamiento a la víctima, ayuda psicológica, económica y social. Y que ella decida, no si vive o muere su hijo, más bien si lo conserva o lo somete a un proceso de adopción.
He escuchado de mujeres violadas que han decidido conservar a sus hijos y criarlos con profundo amor. Apostaría que la reivindicación del aborto en casos de violación representa una minúscula porción de los casos de interrupción del embarazo.
Piden tolerancia, pero evidentemente no la tienen. Comprendan algo, no todos bajos a estar a favor de sus ideas y no estarlo no nos convierte en retrogradas, ni en machistas, ni en conquistados ni en cualquiera de los términos peyorativos que ustedes usan. Son ¿Poderosas? O solo ¿Poderosamente intolerantes?