Por: Rosma Ponce.
Este es el primero, de muchos relatos, en el cual van a conocer algo de un mundo completamente subestimado: la fisiología del sueño. Es decir, TODO lo que sucede en nuestro organismo cuando finalmente se termina el día y llega ese glorioso momento donde nos metemos a la cama y nos desconectamos.
Pero primero les cuento como llegue a aprender tanto del tema. Soy nutricionista y al graduarme de la universidad decidí irme a Chile a sacar una maestría en Nutrición y Alimentos. Entre el pensum, había una clase electiva que se llamaba “Sueño y Nutrición”. Me llamo mucho la atención pues siempre tuve problemas para dormir. Me costaba mucho conciliar el sueño y durante el día dormía con mucha facilidad. A tal punto que uno de mis cuñados me apodó “The mean, lean, sleeping machine”. Básicamente un organismo diseñado para dormir (tipo Garfield). Pero a pesar de lo mucho que dormía, realmente no me sentía descansada. Y fue por eso que tome la clase, quería ver si encontraba una respuesta a mi problema. Encontré lo que buscaba y mucho más: descubrí un mundo entero. Tanto así que mi tesis la decidí hacer en este tema y por casi 3 años hice investigación de sueño.
Cuando hablamos de dormir lo primero que pensamos es en la palabra “descanso”. Según Wikipedia, el sueño es un estado durante el cual el cuerpo repone las energías necesarias para funcionar al día siguiente. Pero realmente el sueño es un estado activo en el cual se llevan a cabo un sin número de procesos biológicos.
El sueño es una función vital, un organismo privado de sueño sobrevive durante el mismo tiempo que uno privado de alimento. Eso quiere decir que dormir es tan importante como comer. Sin embargo, el trabajo, la universidad, la vida social y tantos otros compromisos que tenemos, interfieren con esta necesidad fundamental.
El dormir menos de lo recomendado, se ha asociado a aumento de peso y obesidad (entre muchas otras enfermedades que en otro momento les contaré). Siempre nos han dicho que los adultos debemos dormir entre 7 – 8 horas. Pero ¿qué nos pasa si dormimos menos? como usualmente pasa con la mayoría de las personas. Se han descrito varios mecanismos por los cuales el alterar el sueño nocturno se relaciona con la obesidad. Uno de estos son los cambios en hormonas que regulan el apetito.
Un estudio encontró que sujetos que dormían 5 horas (en comparación de aquellos que dormían 8 horas) secretaban menores niveles de leptina (hormona que suprime el apetito) y mayores niveles de ghrelina (hormona que estimula el apetito). En palabras mas sencillas: dormir 5 horas o menos hace que tengas mas hambre y cuesta que dejes de comer incluso cuando ya estas lleno. Básicamente es encaminarse en el sendero de la ganancia de peso con la obesidad como destino final.
Entonces ya saben, si quieren bajar de peso, no solo piensen en hacer ejercicio y comer saludable. Es tiempo de poner atención a los hábitos de sueño y comprender que no solo se duerme para descansar.
Fuente de estudio:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC535701/pdf/pmed.0010062.pdf